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Zambullirse en un Excel o en la alberca

  • Unicornios Mexicanos
  • Zambullirse en un Excel o en la alberca
  • Adolfo Ortega

Los 17 años de mi vida que fui empleado disfruté mucho las vacaciones. Eran momentos de total desconexión con las responsabilidades profesionales y de un reencuentro total con la familia. Esto era posible por varias razones.

Al principio de mi carrera la desconexión era posible porque mis responsabilidades no eran trascendentes para la empresa en que trabajaba. Cuando tuve posiciones de mayor relevancia en una organización, mis equipos solían ofrecer suficiente respaldo para cubrir mis ausencias. Además, casi siempre afloraba el Godínez que defiende hasta la muerte su derecho a descansar en sus días de vacaciones.

Este es mi segundo periodo de fiestas navideñas desde que volví a emprender y tal como me pasó el año pasado (y en los dos veranos anteriores) siento un gran entusiasmo por tomar unos días de descanso. Pienso en estar con la familia, a la que he sacrificado tanto en los últimos meses, despertarme tarde, no tener horarios en el día, ni citas de trabajo. Mi Godínez sigue presente.

Luego siento culpa de dejar la empresa, sabiendo que hay tantas cosas por hacer en ella. Preferiría usar ese tiempo para prospectar clientes, afinar detalles para el plan de 2016, documentar muchos procesos que aún lo requieren y analizarlos para ver descubrir cómo hacer mejor las tareas, entre muchas otras cosas.

Tengo sospechas fundadas de que en cualquier momento y, como en las ocasiones anteriores, sufra el síndrome de abstinencia laboral y prefiera zambullirme en una hoja de Excel que hacerlo en la piscina del hotel. Escribo esto antes de salir de vacaciones y, lo confieso, ya sé que esto ocurrirá. Trabajar en los días de fiesta, para mí, más que una posibilidad, es una certeza.

Ya me sé casi todos los discursos de por qué es importante desconectarse y descansar. Yo mismo los suelo pronunciar con mi equipo. Sin embargo, desde que comencé esta nueva aventura me sucede algo que no me había pasado nunca: trabajar me recarga de energía. Normalmente, trabajar me la agotaba, pero ya no es así. Ahora siento que si trabajo más puedo hacerlo aún más y más. Y que cuando no lo hago, me cuesta volver a tomar el ritmo.

Quizá esto sucede porque así funcionan las adicciones. No descarto que sea eso lo que tengo, pues confieso que trabajar me hace muy feliz. Nunca antes había trabajado tanto como lo he hecho estos últimos dos años. Ni me había sentido tan cansado como ahora, previo a cada periodo vacacional. Pero tampoco me había repuesto tan rápido como ahora lo hago cada vez que me tomo un leve respiro. Y supongo que esto ocurre por las ganas que tengo de volver al ruedo tan pronto como sea posible.

Esta columna es para los emprendedores que descansan trabajando. Si lees esto mientras finges descansar frente a una alberca pero te mueres de ganas de ver tus correos o echarle una mirada a tu plan estratégico 2016, yo diría que te des ese regalo y tómalo como si lo hubieras recibido de Santa Claus.

*Fundador de VenturaMedia, firma que promueve la cultura emprendedora.

@adolfoconected
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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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