El sainete que se armó con el enredo jurídico propiciado por las ambiciones incontrolables de unos, las pasiones desbordadas de otros más, y la orquestación clara de una estrategia para la fragmentación electoral operada desde Palacio Nacional, nos prueba que, en un mar con aguas aparentemente tranquilas, por abajo hay muchas corrientes poderosas, donde se mueven toda clase de intereses, unos aparentemente cándidos, otros no tanto y otros verdaderamente siniestros.
La cuestión jurídica de la licencia abortada de Samuel García es algo que no tiene caso analizar. El joven mandatario estatal debía separarse de su cargo seis meses antes de la elección si quería contender en los comicios de 2024, pero la forma en que lo hizo mostró una supina ignorancia del derecho y de los modos políticos pese a sus tres doctorados. No tuvo buenos consejeros ni asesores.
A este muchacho le pasó lo mismo que en la FIL, donde no quiso parecerse a Peña Nieto y no queriendo mostrar ignorancia sobre tres libros leídos y de influencia para él, terminó por enredarse con los autores del libro El Federalista (James Madison, Alexander Hamilton y John Jay), jugó con cerillos y se quemó las manos. Un Peña Nieto más joven, con el mismo traspié.
Un interés no ocultó tras de su licencia, fue su abierta ambición; no quería perder la gubernatura pero al mismo tiempo quería ir por la presidencia. No se puede todo; él no lo entendió por su inexperiencia. Pensó que, si llegaba al principal edificio del Zócalo, sería un triunfador de triunfadores, un primer mandatario fresco, juvenil, quizá el más joven de la historia moderna en México y si no lo lograba, volvería a retomar las riendas de Nuevo León, a la segura, al haber dejado alguien de su confianza que le cuidara la espalda y a esperar la siguiente.
El ascenso de Samuel García fue vertiginoso en estos escasos días de pre campaña, pero el mérito no le fue propio; en mucho le debió su efímero éxito a su esposa la destacada influencer Marianita Rodríguez, quien con su chispa, su talento, talante y simpatía me hubiera parecido incluso mucho mejor candidata que él; lástima que solo tenga 28 años y sea inelegible.
El propósito de la candidatura del novato gobernador no era otro que el cumplimiento de las instrucciones dictadas desde Palacio Nacional para restarle votos a la oposición, sobre todo al orientarse a un segmento sumamente importante, como es el de los jóvenes, que seguramente tendrían la empatía con su par, mientras que el voto duro y comprometido del partido en el poder por parte de los beneficiados con sus programas sociales, garantizaría el triunfo a su candidata, la doctora Sheinbaum.
Pero falló la estrategia; y falló, porque no se calculó bien el efecto; el señor Gobernador tenía que cuidar por sí mismo y no a través de don Javier Navarro su secretario de Gobierno, algo que permanece escondido y es riesgoso para él. Lo peor de todo son las explicaciones del joven Samuel, que bien haría en permanecer callado; nadie le cree que “la oposición” le pidió exenciones de impuestos e impunidad a cambio de respetar su licencia en la forma y términos solicitados y otras perlas increíbles del mismo tipo; solo oscurece más su designación como tercero en discordia.
Por ahora quedan de nuevo dos mujeres y un camino. En estos días, ese mar de fondo se sacudirá de nuevo, porque es preciso desequilibrar la competencia; la candidata oficial no la tiene segura y hay que buscar otro tercero; ojalá y no sea un cartucho quemado, pues entonces el aparentemente seguro triunfo que cree tener el partido oficial se verá muy comprometido.
El tiempo nos dará la respuesta. Mientras tanto, paciencia, serenidad y paciencia.
