Austria acaba de decretar un nuevo confinamiento nacional por diez días; en la región de Salzburgo se aprestan a actualizar a sus médicos en el Triage, para decidir qué pacientes accederán a un tratamiento contra el covid-19, y quienes deberán ser postergados; en los hospitales de Michigan y Minnesota se ha reportado un incremento inusitado de ingresos de pacientes afectados; Rusia tiene 3 mil contagios al día, y en Baviera, Alemania, se establecerán a partir de mañana serias restricciones de contacto a las personas no vacunadas.
La cuarta ola del covid-19 arremete con toda su furia de nuevo en Europa. Mientras tanto, el Secretario de Salud mexicano, el doctor Jorge Alcocer, declaró tímidamente el fin de semana que “hoy se nos presentan pequeños indicios de una cuarta ola”, pero se mantiene el país en semáforo verde, con eventos, fiestas, reuniones, sin priorizar el uso del cubre bocas, y con la sempiterna y desesperante reiteración del señor López Obrador de que “vamos muy bien”, y el “ya salimos”, cuando lo que se debería estar haciendo es planear bien como evitar el impacto de la tan anunciada cuarta ola del covid-19.
Falta muchísima gente de vacunar; casi la mitad de la población del país no está vacunada, y de los vacunados la mayoría no tiene esquemas completos. En las tres olas previas, tenemos un número muy superior de fallecimientos a los casi 300 mil que en cifras oficiales informa el gobierno, cuyo inútil subsecretario de Salud, el doctor López-Gatell, de manera soberbia vaticinaba que sería catastrófico llegar a 60 mil muertos. Fanfarrón.
Pero hay otra ola que nos amenaza y para la que tampoco estamos preparados. La inflación en el mes de noviembre alcanzó el 7% que va mucho mas allá de las predicciones gubernamentales y obviamente -de nuevo- de la sempiterna frase del señor López Obrador de que “vamos muy bien”. No es cierto. Miente. No vamos nada bien.
Hasta este momento no se han dictado medidas sanitarias ni de prevención económica para enfrentar el problema que tenemos inminente. No tenemos de otra; ante la egolatría exacerbada, la ineptitud y la socarronería, de quienes dicen que vamos muy bien, no nos queda mas que cuidarnos solos, y ahorrar más, porque la cuesta de enero de 2022 se ve excepcionalmente difícil.
Abel Campirano
