“El cargo se los entrego, pero la dignidad jamás”, fueron palabras que salieron del fondo del corazón presa del dolor, el sufrimiento y la impotencia de una diputada decepcionada de su propia bancada, la de Morena, que no quiso modificar el presupuesto de egresos de la federación, para establecer una partida especial a favor de los damnificados de Guerrero.
Las víctimas del ciclón Otis, que azotó las costas del Pacífico del sur mexicano y dejó un escenario de devastación y sufrimiento, seguramente sintieron la empatía mostrada por la diputada Claudia Selene Ávila Flores, quien fue captada por un fotógrafo en el recinto del Congreso, cuando pronunciaba un encendido discurso en el que reclamaba la falta de solidaridad de la bancada de Morena a favor del pueblo guerrerense.
Claudia Selene representa a la Cuarta Circunscripción con sede en la Ciudad de México, diputada federal por representación proporcional por el partido en el poder, Morena, el Movimiento de Regeneración Nacional, y fue conductora em Canal 40, en Canal 11 y en TV Azteca, periodista de trayectoria y licenciada en Derecho.
No tengo el honor de conocerla, y le llamo honor con toda propiedad, porque una persona con el valor y la decisión de decir las cosas por su nombre a pesar del clima de hostigamiento que se respiraba en el recinto parlamentario en la discusión del presupuesto es digna de admiración y reconocimiento.
La diputada reflejó el sentir del sufrido pueblo guerrerense, víctima del dominio abrumador de la delincuencia, de la inoperancia de su gobierno y del cacicazgo fruto de la imposición política aunado a lo más triste, que es el abandono por parte del gobierno federal, testimoniado con el decreto por el cual, en papel, se determinó concluir el estado de emergencia derivado del fenómeno meteorológico que despedazó los corazones de los guerrerenses y destruyó su patrimonio.
La fotografía de Selene, con sus lágrimas, me sacudieron en lo más profundo de mi ser y sentí como ella mucha rabia e impotencia por lo que sucedió y que en buena parte pudo haberse evitado.
La incompetencia del gobierno federal en el manejo de la previsión del meteoro en cuanto a los daños materiales, no obstante haber tenido conocimiento oportuno de su peligrosidad, así como el desacierto de no asignar a tiempo una partida presupuestal extraordinaria para resarcir los daños no obstante el pregón demagogo de ofrecer todo el presupuesto para la ayuda a la población Guerrerense, y la falta de contacto personal del titular del Ejecutivo federal, quien ha ido a Acapulco nada más a la base Naval, mientras el pueblo espera a su Presidente que en el primer intento por llegar solo acertó a hacer el ridículo al quedar atascado en el lodo y ser transportado con total inseguridad en un camión de redilas en un acto demagogo frustrado, son elementos de profunda decepción por quienes ofrecieron ser un elemento transformador del país, que siguen diciendo que no son como los otros, que no son iguales, que eran la esperanza de México, pero resultaron peores.
Tristeza y profunda decepción. Las lágrimas de Selene son las heridas que emanan del corazón de los guerrerenses y seguramente de muchos mexicanos que confiamos en un verdadero cambio y hoy nos sentimos completamente traicionados.Para secar las lágrimas de la Selene, ofrezco el pañuelo de mi solidaridad, mi respeto y mi admiración.