El 21 de septiembre de 2023 en su Matiné, el presidente Manuel López dijo que no asistiría a los trabajos del Foro de Cooperación Asia-Pacífico (APEC) a realizarse en Noviembre en San Francisco, California, porque estaría presente la primer mandataria del Perú, Dina Boluarte.
Mes y medio después, después de visitar Badiraguato, Sinaloa, el presidente cambió de opinión y en un avión del Ejército se fue a la ciudad del Golden Gate. Pese al berrinche de no querer salir en la foto con la señora en la foto oficial de los líderes de la APEC con la Presidenta del Perú, se tuvo que aguantar y aparecer en un discreto segundo plano a dos pasitos de su repudiado par.
No quería ir a placearse a Cumbres, Foros y Reuniones internacionales, pero por alguna obscura razón esta vez tuvo que apechugar esta vez a sabiendas que iba a estar la enojosa presencia de Boluarte, y tampoco irían los gobernantes de Venezuela, Cuba y Nicaragua que fue el pretexto para no acudir el año pasado porque no los habían invitado. No quería, no quería y tuvo que ir, y vaya usted a saber por qué dijo que siempre sí.
Para colmo, en la fotografía, la mandataria sudamericana posó a un lado del presidente Biden, y aunque la razón fue protocolaria, seguramente dará motivo al habitante de Palacio para que reclame que él debió salir en primer plano por los halagos de Biden quien le reconoció las habilidades seductoras con su esposa y el otro líder mundial Xi-Jinping lo felicitó y además le regaló 250 mil enseres para los damnificados de Guerrero.
El presidente afirma que no ha acudido al estado de Guerrero por temor a que lo ninguneen, a que lo ofendan y sobre todo por respeto a su investidura.
El presidente por respeto a su investidura, no quiso recibir a las madres de los desparecidos ni a los papás de los niños con cáncer; tampoco quiso recibir a los familiares de la familia LeBaron victimada en Chihuahua el 4 de noviembre de 2019; por respeto a su investidura no atiende a las víctimas de feminicidios, ni a migrantes, ni a los acapulqueños, ni al activista Javier Sicilia, ni concede entrevistas a periodistas que no sean a modo; por respeto a su investidura no recibió en Palacio a Xóchitl Gálvez ni le respetó el derecho de réplica. Puro cuento.
El ser Jefe de Estado debiera ser una honra para Manuel López, pero él no honra a la Presidencia; por el contrario, la deshonra, porque ha traicionado y ha mentido una y otra vez; él es el primero que no respeta su investidura. Cómo es posible que prefiera ir de paseo a Badiraguato cuando debiera seral menos empático con los sufridos guerrerenses que han estado batallando con la delincuencia, los usos y costumbres salvajes que atentan contra los derechos humanos y la dignidad de las mujeres particularmente con las niñas y adolescentes con los matrimonios consensuados, y para colmo con los efectos terribles que les dejó Otis.
La política interior está por los suelos; un país que arde en llamas por la violencia cotidiana e incontrolable; con desabasto de medicinas, lleno de migrantes que sufren infinidad de privaciones, con una deuda interna impagable, sin inversión real y con el acaparamiento del poder en una sola persona, no son honores a la investidura que debería tener un Presidente de México.
Quien ha ocupado Palacio Nacional los últimos cinco años ha sido al líder de un partido político, que padece el síndrome del candidato sempiterno, al que entregó el poder a los soldados y a los delincuentes y que para matar el tiempo se ocupa cada mañana en conducir de forma aburrida y sosa su espectáculo televisivo.
La conclusión es simple; sí se logró la cuarta transformación: primero la Independencia, luego la Reforma, enseguida la Revolución y finalmente la Dictadura.