La estrategia que presume el gobierno federal como la adecuada para prevenir la delincuencia mediante el combate de sus causas ha sido insuficiente a lo largo de estos cinco años de gobierno, porque no existe un reflejo directo en los índices delictivos que indique su reducción.
Si bien es cierto que estadísticamente las cifras que nos muestran los indicadores oficiales del gobierno aparentemente reflejan una disminución relativa, pero disminución al fin, de la comisión de hechos delictivos, no menos cierto resulta que es engañoso el resultado, pues cada vez son menos los que denuncian porque saben bien que son inoperantes sus querellas por la ineficiencia de las autoridades policiales y ministeriales y la consabida represalia de que son objeto las víctimas de los delitos y sus familias por parte de los delincuentes.
Entonces, las cifras pueden ir a la baja pero en proporcionalmente directa al desaliento de las personas para acudir a la Fiscalía a poner en conocimiento de la autoridad los hechos delictuosos pero eso no querrá decir que no existan sino simplemente no habrá registro alguno y la autoridad se basa en sus registros y presume logros que simplemente no corresponden a la realidad.
Los programas sociales orientados a la educación de los jóvenes como el sistema de Becas Benito Juárez, las Universidades del Bienestar, han resultado un rotundo fracaso porque cada vez son mas los jóvenes que ni están estudiando ni trabajan, ya que les resulta más cómodo recibir ayuda del gobierno sin hacer nada, y lo que perciben sin esfuerzo lo gastan fácilmente y se vuelven parásitos sociales, dicho sea sin querer faltar al respeto sino solo ser realista.
El gobierno supone que si a los jóvenes los seduce con dinero para que tengan un modo honesto de vivir, o les pretende inculcar el estudio con las Universidades del Bienestar, o el sistema de Becas, supone mal porque les resulta mucho más atractivo enrolarse en las filas de la delincuencia donde obtienen lo que verdaderamente les llena los ojos: poder, dinero, automóviles lujosos, mujeres exuberantes, y sobre todo en poco tiempo.
La estrategia es fallida, porque el propio gobierno se está saboteando lo que puede tener cierta lógica en el sentido de combatir el crimen atacando sus causas, porque en realidad lo que hace es una labor de adoctrinamiento para convertirlos en siervos de la nación, en eficaces y casi gratuitos auxiliares en las campañas electorales y en la difusión de la plataforma del partido en el poder.
Eso por un lado, y por el otro, también se auto sabotea, al permitir la difusión de series de televisión que se difunden tanto en la televisión abierta como por las cableras y las satelitales, en donde la apología de las actividades delictivas relacionadas con el narcotráfico, el secuestro, el asalto y el tráfico de personas, les brindan a los malosos un status de referencia, que es al que me refería párrafos atrás: mujeres hermosas, coches último modelo, armas de alto poder, dinero, vino, lujos y poder.
Pero no solo son las series que se difunden en las pantallas, sino películas, canciones, espectáculos, así que el bombardeo a las mentes de los jóvenes es no solo intenso sino diversificado y es obvio que ningún muchacho decidirá meterse a una aula a escuchar a un maestro, ponerse a hacer apuntes, tareas y trabajos, a estudiar, lo que le implicará sacrificio y dedicación, si puede hacer algún trabajito como halcón, mensajero, burro o sicario, en el que rápidamente aunque con riesgo podrá escalar económicamente en la progresión geométrica que le brinda la actividad delictiva frente a la progresión aritmética que le da el estudio.
Concluyendo, el Gobierno Federal está rotundamente equivocado en su deficiente manera de combatir el crimen por sus causas además de tener doble discurso, porque de nada le sirven sus campañas dizque desincentivadoras que escuchamos todos los días en la radio y vemos en la televisión, si por otra parte en películas, series, corridos y conciertos ven, oyen y sienten exactamente todo lo contrario.
Toca a los padres de familia la tarea de establecer controles y restricciones a lo que ven nuestros hijos, quienes son sus amigos, sus gustos, sus aficiones, en una palabra, estar mas al pendiente de ellos. Eso es verdaderamente atacar el problema a través de sus causas y no mera palabrería.