Política

Calumnia que algo queda

El 23 de junio de 2021 Andrés Manuel López Obrador presentó en su programa de entretenimiento matutino de televisión, una nueva sección denominada "Quién es quién en las mentiras", a cargo de Ana Elizabeth García Vilchis, quien se ha hecho popular por su evidente dificultad de lectura e inacabable nerviosismo.

A lo largo de estos 20 meses, la muchacha ha sido usada como instrumento para la burla, la sátira y la desacreditación de cuanta persona no concuerde con el pensamiento de su jefe.

Independientemente de la vergonzosa falta de respeto que tiene de sí misma, ya que se presta cada ocho días a hacer el ridículo cada vez que se para toda temblorosa frente al atril de las mañaneras, esta antropóloga social poblana, lo único que hace es leer -y mal- lo que le escriben los enemigos del presidente.

La comunicación social de la presidencia es una de las dependencias peor calificadas de toda la 4T y ha sido principal responsable de la decepción cada vez mayor que hay frente al proyecto fallido que ha ido acabando paso a paso con lo que tanto trabajo nos tocó construir a los mexicanos, léase bien, a los mexicanos, no a los gobiernos corruptos del pasado.

Comunicación Social y su pésimo instrumento vocal, García Vilchis, están rotundamente equivocados con su estrategia; no basta con desvirtuar, desacreditar o negar, ya que hay que demostrar las aseveraciones. En otras palabras, no basta con llamar mentiroso a un periodista o calificar de falsa una noticia; la lógica nos impone hablar con la verdad y aportar las pruebas que sostengan el dicho, labor que está muy lejos de hacerse en Palacio Nacional.

La jerigonza de esta muchacha, que todavía sigue siendo objeto de una cruel burla y parodia, de "no es falso, pero se exagera" (agosto de 2021), y la de "no es falso, pero no es verdadero" (noviembre de 2021) demuestra la ligereza y superficialidad de su sección, dedicada solo al denuesto y la desacreditación.

Esta ha sido parte de la estrategia del señor Obrador para utilizar su espacio que nos cuesta a todos los mexicanos, para lanzar toda clase de dardos envenenados a todos los que disientan de su manera de ser y de pensar.

La responsabilidad del periodismo exige que se hable con la verdad, y si desde allá arriba se tilda de falaz a quien aporta pruebas de que lo que ha afirmado en la nota o en el reportaje es cierto, corresponde a todos los compañeros sumarse y solidarizarse para hacer ver al denostador que por el contrario, el falsario es el que pretende desmentir sin pruebas.

"‘Calumniare fortiter aliquid adhaerebit" es una locución Latina de la que Angel Ossorio y Gallardo, distinguido abogado y escritor español que estuvo radicado un buen tiempo en Argentina, fallecido en 1946, autor de "Cartas a una Muchacha" y "El Alma de la Toga" hizo serias reflexiones respecto a esa técnica repugnante de calumniar empleada por "personas incapaces de afrontar el debate con las ideas, y que dirigen sus dicterios y patrañas en contra de quienes las proponen", frase que reproduce Rodrigo Borja en su nota "Calumnia que algo queda" (enciclopediadelapolítica.org) y es lo que a diario se hace con método y mucha didáctica desde el edificio principal del Zócalo de la Ciudad de México para desacreditar y atacar al periodismo serio.

Dice esta interesante nota de Borja: "lo cierto es que ella, (se refiere a la calumnia) como conducta, tiene amplia cabida en los bajos fondos de la politiquería, en donde se mueve esa fauna de roedores de honras ajenas que confían en que de la calumnia a sus adversarios algún remanente quede a pesar de los intentos de los agraviados por desvanecer los infundios."

Así estamos.

Abel Campirano Marín

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