Por Carlos Cabrera Espinosa
Ilustración: Víctor Solís
La innovación y el fortalecimiento de los sistemas de formación profesional tienen el potencial de generar importantes impactos positivos para la sociedad mexicana —disminuir los niveles de desempleo, elevar los salarios, la competitividad y productividad y disminuir los niveles de informalidad, entre otros— sin embargo, implementar sistemas de este tipo presentan grandes retos que hacen difícil su implementación a una escala nacional: son costosos, implican una compleja coordinación interinstitucional y una diversidad de actores, son trans sexenales y los resultados no son observables en el corto plazo. Es por ello que resulta indispensable que cuenten con un fuerte respaldo político y que la sociedad identifique sus potenciales beneficios para que los demande y se asignen los recursos necesarios para su implementación.