Por: David Ricardo F. González Ruiz
Ilustración: Sergio Cordón, cortesía de Nexos
Luis González de Alba no militó en una ideología coherente pero sí en la búsqueda decidida y en la defensa de aquello que consideró más cercano a la libertad en cada momento de su vida y de la historia política del país. Fue un liberal a distintos ritmos y con matices amplios: a veces más hedonista, casi libertario; otras, apologista del orden público y la autoridad. Sin embargo, nadie puede negar que González de Alba ejerció probablemente el acto más libre por el que pueda optar una persona: la decisión voluntaria, tranquila y consciente de poner fin a su vida. El suicidio no como un acto de desesperación, escape, humillación ni de desesperanza, sino como el remate perfecto de una existencia indómita. La última demostración de una libertad radical, plena, gozosa. Luis vivió como quiso. Y también murió así.