Por: Octavio Gómez Dantés y Edson Serván-Mori
Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos
Fue tal la incapacidad del Insabi para ofrecer servicios de salud a la población sin seguridad social, que el gobierno federal tuvo que transferir esa responsabilidad, a mitad del sexenio, al programa IMSS-Bienestar (IMSS-B). Lamentablemente, la nueva estrategia de salud adolece de los mismos errores que el Insabi: no cuenta con reglas de asignación de recursos, lo que dejará el presupuesto del IMSS-B al amparo de las mercuriales negociaciones políticas. Tampoco dispone de un plan claro de implementación, lo que ha generado una enorme incertidumbre en los Servicios Estatales de Salud. Las autoridades de salud de los estados deberán transferir su infraestructura, sus recursos humanos y sus responsabilidades al IMSS-B, pero no tienen claras las reglas de transferencia ni lo que tienen que hacer durante lo que parece será un largo y accidentado periodo de transición. Además, al igual que el Insabi, el IMSS-B no cubrirá los servicios de especialidad, lo que generará una enorme presión financiera sobre los hogares sin seguridad social, que tendrán que cubrir con dinero de su bolsillo estas costosas intervenciones.