Por: Claudio Lomnitz
Ilustración: Izak Peón, cortesía de Nexos
Aunque la sentencia “fue el Estado” sea cierta, el refrán es también útil para esconder las implicaciones políticas del acontecimiento. ¿Acaso entendemos la relación que guarda un gobierno municipal manejado por el narco, con el gobierno estatal, el gobierno federal y los partidos políticos? Aunque sea cierto, a la letra, que “fue el Estado”, el grito malencubre un deseo, que se expresa aquí como una afirmación: el Estado mexicano está regido de arriba abajo desde el Poder Ejecutivo, que encarna la soberanía nacional. El caso de Iguala resulta perturbador porque sugiere lo contrario: fue un crimen de un gobierno municipal que estaba capturado por una organización criminal privada, y el gobierno federal, representado tanto por el Ejército como por la PGR, se reveló incapaz de prevenir el crimen y de hacer justicia. El Estado criminal pareciera ser también un Estado desvertebrado, cuyas partes no se someten disciplinadamente a una cadena de mando.