Por: Guillermo M. Cejudo
Ilustración: Ricardo Figueroa, cortesía de Nexos
La pobreza es, lo sabemos, un problema que rebasa el ámbito de la política social: además de programas sociales, se requiere crecimiento económico y buenos empleos. Eso no significa que la política social no tenga un papel central como herramienta igualadora y como instrumento para garantizar derechos. No se trata, sin embargo, de sólo tener más programas sociales, con más recursos y más beneficiarios, sino de contar con una política social que transforme las condiciones de vida de las personas. Y, siendo México un país federal, es claro que no bastan las decisiones de un solo ámbito de gobierno, sino que cada uno —la federación, los estados y los municipios— tiene una responsabilidad y la posibilidad de operar de forma articulada y complementaria.