El empresario británico, Sanjeev Gupta, eligió el Goldsmith's Hall en la City de Londres, para celebrar el 25 aniversario de Liberty House, la compañía que fundó y de la que es propietario. Como comerciante de materias primas, Gupta disfrutó de una carrera exitosa, aunque ordinaria. El evento, en marzo pasado, se diseñó para proyectar su estatus en ascenso.
Al levantar una serie de plantas siderúrgicas y una variedad de empresas de ingeniería, Liberty House se colocó en el mapa de la fabricación británica. Su, hasta ahora, desconocido presidente ejecutivo estaba en camino de convertirse en uno de los mayores industriales del país.
En tres años, el empresario, nacido en la India, construyó un imperio industrial que se extiende por los cinco continentes, con una facturación anual de más de 15,000 millones de dólares (mdd) y 14,000 empleados.
Los activos incluyen acerías al norte de Inglaterra, un fabricante francés de ruedas, una mina de carbón en Australia y una finca al pie de Ben Nevis en Reino Unido.
Bajo la bandera de GFG Alliance, Gupta fue aclamado como el salvador de la industria; se convirtió en uno de los mayores terratenientes privados de Reino Unido. “Cualquiera puede decir cosas, pero nuestras acciones en términos de cuántas empresas compramos y cambiamos el rumbo... para mí, hablan por sí mismas”, dice Sanjeev .
Sin embargo, el gran tamaño y la opacidad de la red de GFG sembró cierto grado de escepticismo entre los banqueros y sus rivales, que apuntan a la tendencia de Gupta hacia sus promesas grandiosas.
En lo que va del año, prometió inversiones de, al menos, 14,000 mdd, que van desde el acero de América del Norte hasta la reactivación de la industria automotriz de Australia con la producción de vehículos eléctricos.
La rápida expansión también dejó a muchos comercializadores de metales de Londres y figuras de la industria preguntándose ¿cómo financia el flujo interminable de acuerdos? Una luz brilló en una de esas fuentes de capital, cuando este verano, GAM, con sede en Zurich, devolvió miles de mdd a los clientes después de suspender a un gestor de fondos, quien invirtió en bonos vinculados a compañías de GFG. No hay ninguna sugerencia de irregularidades por parte de Gupta.
Dado que es poco probable que un inversionista importante compre más deuda de GFG, se plantea la cuestión de si Gupta corre el riesgo de quedarse sin poder financiero para cumplir sus grandes ambiciones.
En 2015, la industria siderúrgica británica estaba al borde del abismo. Cuando miles de trabajadores fueron despedidos y las fábricas cerraron tras el desplome de los precios mundiales del metal, Gupta hizo una apuesta contraria al volver a abrir un molino de laminado de acero en el sur de Gales.
Durante más de un año, Liberty House mantuvo alrededor de 130 empleados con la mitad de su salario y les permitió encontrar trabajo en otro lugar antes de reiniciar la unidad. “Todo el mundo hace la pregunta obvia: ¿el tipo está loco? Tuvo un sueño.
En su cabeza él sabe a dónde va y eso se contagia”, dice Haydn Swidenbank, un exgerente de la fábrica. La apuesta de Newport fue la primera de una serie de inversiones audaces. Los problemas del sector siderúrgico del Reino Unido, llevaron al empresario a concebir una filosofía industrial, al que llama “metal verde”, y que sostiene una serie de adquisiciones que aparentemente son hechas aleatorias.
El modelo defiende el uso de energía limpia para alimentar los hornos y fundiciones que reciclan la chatarra local, y el metal terminado que después alimenta a las empresas de fabricación que producen componentes y bienes de alto valor agregado.
“Obtenemos una materia prima más barata para nuestra operación principal de fabricación, pero el negocio de la energía también obtiene un cliente interno confiable que puede salir al mercado”, menciona Gupta.
A pesar del escepticismo sobre si un recién llegado, sin experiencia, puede cambiar los activos que Tata y ArcelorMittal no pudieron hacer funcionar, Liberty dijo que muchas plantas, como la de Newport, ahora son rentables. Sin embargo, un velo de misterio se cierne sobre GFG Alliance. No hay cuentas consolidadas, ya que GFG no es una entidad legal, sino una compleja gama internacional de empresas privadas.
En la parte superior se encuentra el Liberty House Group, registrado en Singapur. Junto a él está Simec Group, con sede en Hong Kong, propiedad del padre del empresario, Parduman Gupta.
GFG informó que en los últimos años gastó aproximadamente 2,000 mdd en acuerdos y gastos de capital. El capital inicial provino del negocio rentable, pero con bajo margen de comercio de materias primas de Liberty House, además de 180 mdd provenientes de la venta de una cartera de propiedades, que incluían un campo de golf.
A medida que se expanda, el modelo de la Alliance GFG se pondrá a prueba en varios frentes. El primero será en su capacidad para llevar a cabo inversiones de financiamiento, como la compra acordada de varias acerías en Europa a ArcelorMittal.
Pero tal vez el mayor desafío sea cuando las subsidiarias de GFG se enfrenten a las desaceleraciones. Si bien la naturaleza independiente de cada negocio podría evitar que se propague un contagio, de acuerdo con personas que trabajaron para GFG.
Gupta es firme cuando se le pregunta si apoyaría a las empresas en malas condiciones. “En los 26 años que Liberty funcionando, nunca cerró un negocio; nunca perdió dinero”, dice. “Aquí no hay una política de solo cuando todo marcha bien”.