El respeto a los derechos humanos y la no discriminación forman parte integral de la ética de una empresa socialmente responsable y se demuestra coherencia con esos principios donde “más apertura tenga a la inclusión social, considerando a los trabajadores de diferentes edades, preferencias sexuales, creencias religiosas, etcétera”. No obstante, aunque hay avances en el país, “todavía no se logra algo significativo”, señaló Graciela Casas Torres, académica y ex directora de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM.
Los grupos minoritarios han ganado terreno en el respeto a sus derechos laborales, pero las personas mayores pertenecen a un sector vulnerable que sigue rezagado en ese ámbito. “La visión que debe cubrir una empresa socialmente responsable es la de la no discriminación, pero hay más apoyo a otros grupos minoritarios, como los de diversidad sexual o con discapacidad, porque son más visibles para hacer que ante los ojos de la sociedad la empresa gane buena reputación. No pasa lo mismo con las personas mayores: no tienen aún ese reconocimiento a escala macro”, opinó.
OPORTUNIDAD Y GANANCIA
La investigadora de la UNAM aclaró que también falta avanzar en la no discriminación de otros grupos vulnerables, pero en el caso de las personas mayores representa “una visión de oportunidad y ganancia para el envejecimiento; hoy la población mayoritaria sigue siendo joven, pero para 2030 los mayores de 65 años van a aumentar 334 por ciento, mientras que la tradicionalmente productiva (de los 19 a los 64 años) crecerá alrededor de 40 por ciento. Evidentemente, hay una tendencia a que las personas mayores ocupen un espacio distinto y tengan roles diferenciados”, destacó.
La Responsabilidad Social puede aportar mucho a ese cambio y, de acuerdo con Casas Torres, bastaría que dentro de sus lineamientos éticos las empresas se rigieran por “incluir sin distinción de edad; así de simple. No puedes incluirlos por el simple hecho de ser mayores, pero sería suficiente que al analizar si son aptos para un puesto no se tome en cuenta su edad. Tengo entendido que está prohibido poner rango etario en ofertas de empleo, pero se hace. Una empresa éticamente responsable debe eliminar de sus requisitos características que impliquen discriminación. Además, sería aplaudible convocar a personas mayores que tengan experiencia y capacidad para cubrir lo que se necesita”, agregó.
“Aunque el Inapam tiene un programa de apoyo, las empresas no están obligadas a contratar personas mayores. Se ha generado algún espacio, hay un pequeño ejemplo de este esfuerzo que no es malo, pero tampoco recomendable: el de las personas empacadoras voluntarias. Lo que ganan no es despreciable comparado con el salario mínimo, pero tampoco implica una cobertura especial y las empresas no contratan. Les permiten trabajar pero solo a los que cuentan con algún tipo de cobertura social”.
La especialista también recalcó que es un problema multifactorial y que se relaciona con la situación económica. “En un país donde no hay empleo ni para los jóvenes es mucho más difícil dar trabajo a las personas mayores”.
RECLUTAMIENTO ÉTICO
Una de las organizaciones que apoyan el reclutamiento ético de personas mayores y otros grupos minoritarios es la Fundación Manpower, que desde 2004 aporta y respalda programas de empleo y capacitación para personas en situación de vulnerabilidad, desde personas mayores de 50 años hasta gente que padece alguna discapacidad, refugiados, migrantes, víctimas de trata y sobrevivientes de una enfermedad catastrófica que tengan dificultades para la reinserción al mundo laboral.
“Los derechos humanos no están en tela de juicio y al ser considerada como una de las empresas más éticas del sector, es necesario ofrecer a nuestros clientes todo lo que la ley indica. Con toda la experiencia que tenemos en el ramo hemos logrado trascender en temas de recursos humanos”, explicó Mercedes de la Maza, directora ejecutiva de la Fundación Manpower Group, una firma adherida a Pacto Mundial de la ONU y reconocida como Empresa Socialmente Responsable por el Cemefi.
De la Maza destacó estar convencida de diversificar la visión que se tiene acerca de la inclusión y reafirmar el puntual compromiso al hacer valer los derechos humanos. “Afortunadamente, hoy vivimos una realidad en la que el número de empresas que nos piden acompañamiento en el proceso de inclusión laboral es mayor, así como el número de vacantes que manejamos para personas en situación de vulnerabilidad. Uno de nuestros proyectos más prometedores es el apoyo a los derechos de los trabajadores a través de los Talleres de Acompañamiento e Inclusión Laboral que impartimos a entre 50 y 60 empresas al año, apoyados por la Secretaría del Trabajo. Realizamos revisión de las instalaciones, cursos de sensibilización, sugerencia del individuo basado en el tipo de vulnerabilidad que, más allá de verla como una deficiencia, la tomamos como una fortaleza”, detalló.
La directiva de Manpower concluyó que hay un reto más para avanzar en esa tarea: “Es urgente que se abran más espacios para que la gente con alguna vulnerabilidad reciba educación. Cada vez hay más oportunidades laborales, las empresas están más abiertas. Sin embargo, la discriminación en el área educativa sigue siendo una barrera. Necesitamos ser una sociedad más incluyente, romper paradigmas y eliminar todas las barreras sociales, raciales, sexuales, de credo e ideológicas”.