Los directores ejecutivos estadunidenses hacen fila para elogiar a Warren Buffett, mientras se prepara para dejar la dirección de Berkshire Hathaway. Y con razón. ¿Qué jefe corporativo no admiraría a un colega que generó una rentabilidad 140 veces superior a la del S&P 500 durante 60 años?
Buffett volvió ricas a muchas personas e impartió lecciones útiles sobre la inversión en valor. Pero su carrera en Berkshire Hathaway conlleva otras rarezas, como una larga trayectoria y una influencia descomunal. El riesgo es que los aspirantes a autócratas corporativos confundan causa y efecto.
En primer lugar, está la cuestión de la resistencia. Los 55 años de Buffett como director ejecutivo de lo que antes era una empresa textil en dificultades lo convierten en el director con más años de servicio de las compañías que pertenecen al S&P 500. A los accionistas puede gustarles que se quede más tiempo. Las acciones de Berkshire Hathaway cayeron alrededor de 5 por ciento el lunes luego de la noticia de la salida del empresario.
Sin embargo, para la mayoría de los ejecutivos, existe el concepto de demasiado tiempo. En un estudio se sugiere que, después de 14 años, la contribución de un jefe al valor de una compañía empieza a disminuir. La tendencia corporativa apunta a una menor duración en el cargo: la duración promedio del puesto de un líder del S&P 500 se redujo de 11 años a ocho desde 2021, de acuerdo con el reclutador Spencer Stuart. En otras palabras, Warren Buffett es un caso excepcional.
Conflicto accionario
También está el problemático asunto de las acciones con supervoto del Oráculo de Omaha. Posee 30 por ciento de los votos de la compañía, con 14 por ciento de las acciones.
Las clases duales de acciones eran menos comunes en el siglo pasado, pero ahora figuran en más de 20 por ciento de las ofertas públicas iniciales de Estados Unidos, de acuerdo con el profesor Jay Ritter, con residencia en Florida. En el sector de tecnología, son el doble de comunes.
La sencilla estructura de dos vías de las acciones de Berkshire Hathaway resulta bastante rústica en comparación con la de otras empresas más recientes. En la consultora de datos Palantir, los fundadores poseen una tercera clase de acciones que otorgan casi 50 por ciento de los derechos de voto, independientemente de la cantidad de acciones que posean.
Faraday Future Intelligent Electric, una compañía china de vehículos eléctricos que cotiza en la bolsa de Estados Unidos, tiene acciones cuyos derechos de voto se multiplican si su capitalización de mercados alcanza un nivel determinado.
De hecho, las acciones de doble clase de Buffett son más igualitarias de lo que parecen. Los títulos de Berkshire Hathaway, con menor derecho a voto, también tienen, al menos, un precio más bajo. Se introdujeron en 1996 para ofrecer a los compradores minoristas una forma más asequible de acceder a ellas. Y Buffett acordó que, si alguna vez llegara a controlar más de 49.9 por ciento de la compañía, votaría las acciones por encima de ese nivel de manera proporcional con otros inversionistas.
Es más, el magnate de Nebraska decretó que, tras su muerte, su participación se convertirá de forma gradual en valores con menor derecho a voto y se venderá a un menor precio. Queda por ver si esto inspirará a fundadores consolidados como Mark Zuckerberg, director ejecutivo de Meta Platforms, quienes por lo general tienen la libertad de transmitir su influencia a las futuras generaciones, les guste o no a los demás accionistas.
Después de décadas de enormes rentabilidades para los accionistas, la posición de Buffett en la historia financiera está garantizada. Sin duda, los que emulen su éxito van a argumentar que los grandes líderes justifican un trato especial. La verdadera moraleja es que jefes como el de Berkshire Hathaway se dan uno en un millón.