La economía brasileña entró en una recesión técnica en el tercer trimestre, ya que el aumento de la inflación frenó su recuperación de la pandemia.
Los datos del tercer trimestre publicados ayer muestran una contracción de 0.1 por ciento del producto interior bruto (PIB) respecto al trimestre anterior, en el que se contrajo 0.4 por ciento. En comparación con el tercer cuarto del año pasado, la economía se expandió 4 por ciento.
La contracción se debió principalmente a una caída de 8 por ciento en la agricultura, afectada por una sequía sin precedente, y a una disminución de 9.8 por ciento en las exportaciones de bienes y servicios. La industria se mantuvo estancada, mientras que los servicios crecieron 1.1 por ciento.
“La economía básicamente se estancó. Alcanzamos el nivel anterior al covid, pero desde entonces no ha habido ningún crecimiento y no hay indicios de que vaya a producirse”, dijo Mauricio Molón, economista jefe de Logus Capital en Sao Paulo.
La economía más grande de América Latina se había recuperado rápidamente del impacto inicial del covid-19, con el PIB en el primer trimestre de este año regresando al lugar donde se encontraba antes de que la pandemia golpeara a finales de 2019.
Sin embargo, desde entonces la recuperación perdió fuerza y algunos economistas proyectan una contracción el próximo año. Las elecciones presidenciales de octubre también amenazan con traer incertidumbre.
Paulo Guedes, ministro de Economía de Brasil, se mantiene optimista; recién declaró a Financial Times que el país “sorprenderá al mundo una vez más” y continuará su “recuperación en forma de V”.
Sin embargo, muchos cuestionan el pronóstico de su ministerio de un crecimiento superior a 5 por ciento este año y superior a 2 por ciento el próximo. La mayoría de los economistas esperan que Brasil termine este año con una expansión de 4.8 por ciento y se estanque o crezca ligeramente el año que viene. Credit Suisse e Itaú Unibanco, el banco más grande de Brasil, proyectan una contracción de 0.5 por ciento el año que viene.
“El covid ya no es nuestro principal problema. Nuestro principal problema ahora es la inflación. Ésta tiene raíces internas debido a la incertidumbre del tipo de cambio y la incertidumbre fiscal, pero también estamos importando inflación del extranjero”, dijo Fernando Genta, economista jefe de XP Asset Management.
El banco central de Brasil anunció en octubre su mayor aumento de las tasas de interés en casi 20 años, en un intento de controlar la inflación, que alcanzó casi 11 por ciento diluyendo los ingresos y alimentando el descontento.
Para finales de año, se espera que la tasa de referencia Selic alcance 9.25 por ciento frente al 7.75 por ciento actual y 2 por ciento a principios de año; sin embargo, es probable que estos esfuerzos del banco central por frenar los precios afecten al crecimiento el próximo año, al reducir la actividad económica.
Molon dijo que la economía puede estancarse en 2022 como resultado de la doble presión del endurecimiento de la política monetaria y la disminución de la confianza de los consumidores y las empresas.
“No tenemos el mismo impulso de las materias primas, los ingresos se están diluyendo por la inflación y el mercado laboral sigue siendo débil”, indicó.
Las perspectivas negativas se complican aún más por la incertidumbre respecto a las elecciones presidenciales del próximo año. Si bien ambos candidatos son muy conocidos, ni Jair Bolsonaro, el actual presidente de derecha, ni Luiz Inácio Lula da Silva, un ex presidente de izquierda, son queridos por la comunidad empresarial de la nación sudamericana.
Muchos esperan que Bolsonaro abandone la rectitud fiscal y reparta dinero a los más pobres de Brasil para ganar votos. Las políticas económicas de Lula no están claras, aunque se ha pronunciado en contra de la privatización de empresas estatales y de un tope de gasto público, que se considera un ancla fiscal clave.