En la ciudad de Nueva York no hay demasiadas palabras que el padre de un adolescente tema más que: “no hay basquetbol”. Pocos aquí pueden permitirse cuartos espaciosos, por lo que enviar a los niños juguetones, como mi hijo de 13 años, a jugar a la pelota con los amigos es crucial para la cordialidad familiar. Pero el gobernador estatal, Andrew Cuomo, ha prohibido esto como parte del protocolo de distanciamiento social de Nueva York. Aros y espíritus han caído.
Se ha escrito mucho sobre cómo Donald Trump, presidente de Estados Unidos, está manejando mal los esfuerzos nacionales para detener la propagación del covid-19, y con razón. El país ahora tiene más casos que ningún otro, superando a China e Italia, y es poco probable que los números lleguen a su punto máximo antes de mayo.
Pero lo que veo en mi propio vecindario subraya cómo la respuesta torpe de Trump al coronavirus es parte de un problema nacional más grande. Las decisiones de políticas, que se adoptaron a lo largo de décadas, favorecieron implacablemente los intereses del sector privado en general, y de las grandes corporaciones en particular, tanto sobre el Estado como sobre el la fuerza laboral, en formas que están resultando costosas para nuestra salud y nuestra economía.
Un ejemplo: muchas personas que no tienen trabajos de tiempo completo con prestaciones todavía están tratando de trabajar, a pesar del mandato de “refugio en el lugar” que permite que solo los trabajadores esenciales estén en sus trabajos en estos días.
Además de las personas que viven cerca de mí, las que veo en las calles son niñeras, personas del aseo, contratistas y otras personas que trabajan por hora, por dinero en efectivo. Seguro algunos se están convirtiendo en vectores virales, pero ¿quién puede culparlos por tratar de ganar dinero?
El beneficio de mil 200 dólares por adulto que se entrega como parte del paquete de estímulo federal de 2 billones de dólares no llegará muy lejos. De hecho, en Nueva York solo pagará un poco más de un tercio del alquiler promedio mensual de 3 mil dólares.
A los conductores de Uber, que están desempeñando lo que considero un papel de emergencia en Nueva York (menos personas por cabeza son propietarios de autos aquí que en otras partes de EU) les irá un poco mejor. El gobierno federal terminará asumiendo el costo del seguro de desempleo para estos trabajadores por contrato, porque compañías como Uber han evitado exitosamente tener que admitir que son, de hecho, empleados reales que deberían recibir prestaciones reales durante los tiempos normales.
Si yo fuera un director ejecutivo en una compañía que tiene que asumir esas cargas directamente, estaría furioso por esto. Si bien estoy a favor del paquete de estímulo de emergencia, es ridículo que una compañía con una valoración de 46 mil millones de dólares haya logrado empujar esa carga a los contribuyentes aprovechando la fantasía del mercado libre de que existe una dinámica de poder igual entre los trabajadores de la economía de chambas en EU y sus corporaciones más grandes.
Esto nos lleva a una verdad importante. Si bien los sistemas de mercado privado son excelentes para asignar recursos en muchas áreas, algunos mercados —no solo laborales, sino también de atención de salud— requieren más intervención pública e inversión para funcionar correctamente.
El sistema de salud fragmentado y costoso de EU es bizantino en los mejores tiempos, y no hace falta decir que no son los mejores tiempos. Mientras escribo esta línea, pasa por mi cuadra la tercera ambulancia que he visto hoy. Me alegro de no estar en ella, dado que Cuomo declaró que si bien Nueva York necesita 30 mil ventiladores, solo tiene 4 mil. Los alcaldes y los gobiernos locales de todo el país se han visto obligados a luchar entre sí por la oferta disponible en un frenesí de libre mercado.
El paquete de estímulo federal proporciona 150 mil mdd en fondos para hospitales, trabajadores de atención de salud, equipos y servicios, la mayoría de los cuales serán proporcionados por los estados y los municipios locales. Pero eso es una fracción de los 500 mil millones de dólares que recibirán las grandes empresas, con la esperanza de que parte de eso lo van a utilizar para continuar manteniendo en sus nóminas a la mayor cantidad de trabajadores posible.
Francamente, desearía que las corporaciones estadunidenses hubieran elegido hacer de la protección laboral una parte más esencial de sus modelos de negocio, como lo hacen muchas empresas alemanas.
El modelo alemán kurzarbeit de utilizar el tiempo de inactividad económica para volver a capacitar a los trabajadores y mejorar las fábricas es una razón importante por la que muchos exportadores alemanes ganaron participación de mercado en Asia a costa de las compañías estadunidenses después de la crisis financiera de 2008. Entonces, las empresas de EU se vieron en desventaja por el tiempo y el dinero adicional que se necesitó para volver a contratar y volver a capacitar a la mano de obra que habían despedido después de la crisis.
En cambio, tenemos un modelo de negocio “justo a tiempo” y un gran fondo corporativo de caja negra sobre el cual el secretario del Tesoro de EU, Steven Mnuchin, tiene demasiado control. Cualquiera que piense que las disposiciones de supervisión en el rescate financiero pondrán límites suficientes a lo que se entrega a las corporaciones, está siendo demasiado optimista.
Son los gobiernos locales y estatales, no las compañías públicas, los que van a soportar la mayor parte de la carga de los esfuerzos para combatir el covid-19. Sin embargo, esto llega en un momento en que los inversionistas, que buscan recaudar efectivo en medio de la pandemia, abandonaron los bonos municipales. Eso eleva los costos del pago de deuda en lugares como el condado de Suffolk, donde se encuentran los Hamptons, el lugar de veraneo favorito de Nueva York.
En un mundo ideal, tendríamos una Corporación Financiera de Reconstrucción del tipo que se desplegó durante la Segunda Guerra Mundial, y un presidente que tenía un plan consistente sobre cómo organizar los esfuerzos del sector público y privado para combatir el virus. También tendríamos basquetbol.
Desecha Trump cuarentena en NY
El presidente de Estados Unidos anunció el sábado que finalmente renunció a aplicar la cuarentena en Nueva York, Nueva Jersey y Connecticut, después de haber planteado esa posibilidad en la lucha contra el coronavirus. “Una cuarentena no será necesaria”, dijo el mandatario en Twitter; sin embargo, el Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades, una autoridad nacional de salud, aconsejó a los residentes de la región que no viajaran excepto para fines esenciales.
Cierre de fronteras, ilegal: gobernador
Cuando CNN le preguntó al gobernador de Nueva York sobre la posibilidad del cierre de fronteras, Andrew Cuomo advirtió que sería una decisión “ilegal”, similar a “una declaración de guerra contra los estados”. “Sorprendería a los mercados a una escala sin precedente. No cerraré mis fronteras”, agregó. El gobernador de Connecticut, Ned Lamont, señaló: “Si al presidente le importa tanto ver que la economía se recupere debe tener mucho cuidado con lo que dice y con lo que no dice”.