Un pulso entre transportistas privados y el gobierno, acontecimiento inédito en Cuba, donde hasta hace poco el Estado lo controlaba casi todo, mantiene irritadas a cientos de personas urgidas de acudir a ese servicio por la escasez de transporte público en la isla.
El enfrentamiento silencioso reventó cuando el gobierno de La Habana estableció "precios máximos" a los transportistas privados "ante la necesidad de proteger a la población", según dijo, y estos respondieron disminuyendo sus servicios.
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Desde julio pasado, los cubanos venían quejándose del incremento de precios que se registraba en el transporte privado –mueve un 10 por ciento del total de pasajeros en la ciudad-, un paliativo muy utilizado ante las insuficiencias del mayoritario transporte por ómnibus del Estado.
Por ello, el gobierno intervino el miércoles pasado para "aplicar precios máximos a las 30 rutas" que recorren la capital cubana, estableciendo precios específicos para cada tramo de esos recorridos.
"Buen fin, ¿discutible resultado?", tituló en portada el diario oficial Juventud Rebelde al abordar este asunto, que en opinión de sociólogos "ilustra las nuevas contradicciones que cobran forma, a partir de los cambios económicos que impulsa el gobierno".
Tales reformas están dirigidas a disminuir el peso del Estado en el país mediante la reanimación de los sectores privado y cooperativo, esferas estas dos últimas donde se van registrando los mayores ingresos.
"Ese control del gobierno, no me da negocio, por eso prefiero hacer la ruta completa hasta donde establecieron el precio tope", dijo Aurelio Benítez, resumiendo la posición de los transportistas.
Antes de la decisión del gobierno estos taxis colectivos, mayoritariamente autos estadunidenses de las décadas de los años 40 y 50 del siglo pasado, cobraban por tramos e iban incrementado sus precios, también por tramos. Pero ahora prefieren ir de un punto a otro de la ciudad, sin paradas intermedias, dejando en las calles a cientos de desesperados clientes.
Alegan que el alto costo del combustible –que solo les vende el Estado-, de las piezas y los mantenimientos –que tienen que agenciarse ellos por su cuenta- y los altos impuestos que pagan, no les permiten asimilar los nuevos precios fijados.
"La intención del gobierno la agradezco, es verdad que estaban cobrando demasiado, pero ahora al resultado es que no hay taxis en las calles. Ayer demoré dos horas para llegar a mi trabajo", dijo Angélica Martínez, enfermera.
En su edición digital, decenas de cubanos colgaron sus opiniones en el reportaje sobre el tema del diario Juventud Rebelde proponiendo, en mayoría, que la decisión de regular los precios de los pasajes "debería ser consensuada con los privados", y no adoptarse a partir de una decisión unilateral de las autoridades.
En Cuba no existe el metro, ni la transportación por trenes rápidos, y el movimiento diario se realiza fundamentalmente mediante transportes colectivos estatales, con bajos precios. Ese servicio, sin embargo, está muy lejos de cubrir las necesidades.
AFC