La canciller alemana, Angela Merkel, fue recibida por las multitudes de refugiados sirios, con selfies y muestras de agradecimiento, en su visita a la Oficina Federal de Migración y Refugiados en Berlín.
La canciller visitó esta mañana, en Berlín, la Agencia Federal de Inmigración para supervisar personalmente los trámites de concesión de asilo a los ocho mil refugiados que pasarán este año por Alemania.
Para Angela Merkel la integración de los refugiados es la prioridad que tiene el gobierno, ya que es necesario que la gente que se encuentra temporalmente dentro del país pueda relacionarse sin tantos conflictos con la sociedad alemana, por ello, es indispensable que se les enseñe en los centros de acogida el idioma alemán.
Por ello la jefa del gobierno Alemán ha hecho hincapié en la necesidad de integrar a los exiliados, que vienen principalmente de Siria e Irak, en los sistemas laboral, sanitario y educativo.
El personal de seguridad no se ha visto en otra igual. Una marabunta salta el cordón policial y se abalanza sobre la canciller alemana. Van armados con un arsenal de teléfonos móviles. Imposible detenerlos. Por suerte no son terroristas, son refugiados a los que nada parece poder impedir hacerse un selfie con Angela Merkel. "Quiero quedarme en Alemania"; "gracias Frau Merkel"; "me gusta Alemania, gente buena, país bueno", le dicen en un alemán en ciernes. La canciller sonríe y responde paciente a las demandas antes de ser arrastrada por su equipo a la visita al centro de acogida primaria a refugiados de Spandau, en Berlín.
Merkel ha agradecido personalmente la labor de todos los que trabajan "en condiciones especialmente difíciles" dado el gran número de solicitudes de asilo que tiene que procesar, concretamente 276 617.
"He podido comprobar de primera mano la precisión con la que se trabaja aquí y que todos se toman muy en serio el destino de cada una de estas personas", dice en un rápido canutazo a los periodistas. Un traductor va trasladando al árabe estas palabras entre un grupo de refugiados que jalean a la canciller alemana y se deshacen en agradecimiento.
Después de este centro, la canciller ha visitado una Willkommensklasse, una clase de acogida, semejante a las 400 que hay ya repartidas por toda la capital alemana. Se trata de la primera clase en la que son escolarizados inmediatamente después de llegar los hijos de refugiados que no hablan alemán.
Ese tipo de clases no las hay en todos los colegios, porque los niños llegan traumatizados y requieren una dotación de psicólogos, psicopedagogos y personal bilingüe con el que no cuentan muchos de los centros educativos que se ofrecen. La canciller ha elegido una en el barrio de Kreuzberg y sale de allí con la emoción a flor de piel.
Una emocionada jefa de Gobierno
"Tengo la impresión de que hay una increíble motivación aquí para abordar esta increíblemente y difícil tarea. No hablo solo de Berlín, sino de toda Alemania y solo puedo decir que merece la pena esforzarse por cada uno de estos niños, por todo ese entusiasmo, por todas esas ganas de aprender, que nos hablan de un futuro mejor", ha dicho al borde de la lágrima.
Todos los niños que acuden a la Willkommensklasse saben quién es Merkel, incluso mejor que la mayoría de los niños alemanes que asisten a cualquier curso de primaria.
"Merkel buena"; "Merkel amable", dicen dos pequeños sirios de 8 y 10 años.
Con esta visita, la canciller ha querido poner de relieve que la integración de los refugiados se garantiza con la integración escolar de los niños, "que aprenden tan rápidamente el alemán en el kindergarten", y se vuelve a su despacho con la idea de que "no todos podrán quedarse, pero todos habrán tenido una buena experiencia".