No todos los días se ficha a una leyenda. Pero más raro aún es fichar a un ser humano que, pese a tener vitrinas rebosantes de trofeos, sigue hablando desde el corazón. Keylor Navas llegó a Pumas con la maleta llena de experiencia y humildad; con un discurso que no apunta a la gloria personal, sino a la tranquilidad del alma, a la importancia de la familia y a ese intangible que algunos llaman "paz".
"Nosotros tratamos de llegar a un lugar que nos dé paz y aquí nos sentimos así", dijo sin poses, sin grandilocuencia, dejando claro que esta decisión no fue solo deportiva, fue profundamente personal. Después de tantos años lejos, hoy Keylor valora más estar cerca de los suyos que firmar otro contrato millonario en ligas exóticas. "Ya vamos muchos años lejos", confesó con esa sencillez que lo ha distinguido en cada etapa de su carrera.
Detrás del arquero que domó al Bayern, que se comió vivos a Messi y a Cristiano en noches de Champions, hay un esposo que no negocia la estabilidad emocional con su esposa. Esta vez, la familia pesó más que el cheque, más que el show. Fue una decisión compartida. No lo gritó con estridencia, pero se notó en cada palabra. Keylor llegó porque su corazón —y el de su esposa— dijeron "ahí es".
Y aunque lo suyo es evitar los reflectores fuera de la cancha, en esta etapa no esconde su intención de ser más que un arquero: quiere ser un compañero, un ejemplo, un hombre que construya desde el vestidor. "Siempre he sido una persona que apacigua, que aconseja… Lo más lindo es crecer como compañeros, sabiendo que para llegar al éxito hay que trabajar", soltó con la tranquilidad de quien ya entendió lo esencial.
No habló de títulos. Habló de ilusión, de humildad, de dejar algo para los jóvenes. De ganar, sí, pero también de ganarse el respeto desde la congruencia. "Quiero dar lo mejor de mí, jugar de la mejor manera… ojalá podamos hacer historia". No se puso en el centro. Habló de un nosotros que pocos cracks pronuncian sin que se les tuerza la boca.
A los que buscan fuegos artificiales, quizás esta versión de Keylor les parezca sobria. Pero a quienes saben leer entre líneas, está claro: Pumas no solo fichó a un portero de clase mundial; fichó a un hombre que sigue eligiendo el amor, la calma y la profundidad de los vínculos por encima del ruido.
Y eso, en tiempos de carreras hechas a base de ego y cifras, es una rareza hermosa.
RGS
