Los ciclistas coinciden en una cosa: la culpa en un accidente no siempre es de los automovilistas.
En lo que va del año ha habido alrededor de 74 accidentes en bicicletas, según datos de Tribunal Municipal de Justicia donde no se puede precisar es el del culpable.
Estos percances se dan por diversos motivos: ignoran los semáforos en rojo, van en sentido contrario, van cruzándose entre los coches, por las noches no llevan rel ejantes, etc. [OBJECT]
Eso se debe tal vez a la falta de políticas públicas que promuevan el reglamento de tránsito para los ciclistas, ya que si bien existen spots donde dan recomendaciones para la circulación en bicicleta, la difusión es muy pobre.
Los automovilistas se quejan de los ciclistas porque se les atraviesan, los ciclistas reniegan de su contraparte porque les dejan ir el coche.
En medio de esta pelea por saber quién es el culpable de esta clase de accidentes hay un actor latente, un secreto a voces, algo tan mínimo que casi no se alcanza a ver: un espacio para la libre circulación de los ciclistas.
Para quienes viajan sobre dos ruedas porque "no hay de otra", no es nuevo enfrentarse a todos estos tipos de contratiempos, negligencias, al clima, las distancias, ponchaduras y descomposturas.
Estos ciclistas no cierran las calles ni piden escolta para transitar, ellos traen detrás a los coches que pasan a tropel, no cargan con cascos o rodilleras, tan sólo son protegidos por la bendición que se dan antes de salir de sus casas al sol, en dos ruedas, a sentir correr el sudor sobre su frente.