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Trastorno bipolar, un viejo padecimiento poco comprendido

El diagnóstico puede tardar diez años, cuando el paciente ya sufrió los estragos por el carrusel de emociones sin control en que se ve inmerso.

“Hablaba sin parar. Juraba que se haría rico y tenía muchas ideas… algunas parecían reales, pero murió pobre”, describe la hija de Jorge, un hombre con trastorno bipolar que falleció a los 51 años. Una década después de lidiar con una enfermedad que lo llevaba de la euforia a la depresión. El tomaba medicamentos y estaba controlado por temporadas, pero a veces mentía y tenía recaídas. Del último episodio depresivo ya no se recuperó. Se complicó con la diabetes y el daño renal que también padecía. Murió en el hospital.

Cuando se ponía eufórico parecía loco, cuenta ella. Ese es quizá el estigma más antiguo que pesa sobre quienes sufren este padecimiento, que ya se conocía desde la época de Hipócrates. En aquel tiempo “lo llamaban de diferentes maneras, hablaban de la locura circular", refiere el doctor Sergio Villaseñor Bayardo, presidente electo de la Asociación Mundial de Psiquiatra Cultural (WACP por sus siglas en inglés), investigador y psiquiatra del Hospital Civil de Guadalajara (HCG).

Mucho después fue conocido como locura maníaco-depresiva o enfermedad maníaco-depresiva, por ser un padecimiento que puede oscilar entre ambos periodos: el de manías, caracterizado por euforia, intensa agitación, poca necesidad de dormir e hipersexualidad. “Los pacientes presentan habla y pensamiento rápido, no pueden estar quietos y a veces pueden tener psicosis, estados delirantes, alucinatorios, pero no siempre y no todos los pacientes”, describe el especialista. Luego pueden caer en el lado opuesto, la fase melancólica, depresiva, que los mantiene postrados, tristes, sin ganas de levantarse ni de hacer actividades cotidianas.

“Se sienten miserables y con culpa, y por eso buscan el suicidio, por esa carga tan terrible. En ese estado ni la creencia en Dios les es suficiente por el tamaño del sentimiento de culpa que experimentan… Por cierto, eso se da más en poblaciones occidentales con educación judeo-cristiana, no en poblaciones orientales”, apuntó el estudioso que ha documentado procesos culturales que impactan en la salud mental de los individuos.

Las fases depresivas y maníacas pueden alternar o ser sólo maníacas o hipomaníacas, donde no es tanta la agitación y las personas son capaces de producir, de crear. Un estado que podrían haber padecido grandes genios… Aunque para el común, sean llamados injustamente locos.

¿Lo son? El entrevistado, responde que los pacientes pueden presentar estados psicóticos “cuando incluyen las ideas delirantes o los trastornos alucinatorios, de persecución, la creencia de que los quieren matar, envenenar, se sienten superiores, todopoderosos, que todo lo saben”. Y en un extremo, poco usual, incluso pueden ser peligrosos socialmente y para su entorno familiar pues si están psicóticos y tienen alucinaciones auditivas, creen que reciben órdenes “pero no es lo más frecuente”, acota.

El trastorno bipolar es más común de lo que pudiera imaginarse. Se estima afecta entre el 1 y el 3 por ciento de la población mundial, según Villaseñor. Y sin embargo, ni su antigüedad en el mundo, ni su incidencia han permitido conocerla a fondo. De lo que científicos han escudriñado, se sabe que está fuertemente relacionada con factores hereditarios, por lo que habría más propensión entre quienes tienen familiares que lo padecieron.

Además hay alteraciones funcionales y anatómicas en el cerebro y en los neurotransmisores como la dopamina, la serotonina, nor-adrenalina que alteran las emociones; pero también contribuyen todos los factores externos: la dinámica familiar, la inseguridad, la violencia.

Más que conocer el origen, la verdadera complicación es que buena parte de los casos tardan en diagnosticarse hasta diez años, para algunos demasiado tarde. "Ya para entonces muchos pacientes se suicidaron, se divorciaron, vendieron su Mercedes Benz, su casa, perdieron todo”, ejemplifica Sergio Villaseñor.

Los pacientes frecuentemente consumen alcohol o drogas como la cocaína en forma desmesurada, para aliviar la depresión; tienen conductas de alto riesgo que pueden conducirlos a la muerte o a mantener múltiples parejas y padecer infecciones sexuales.

En el Servicio de Psiquiatría del Hospital Civil de Guadalajara (HCG) habitualmente hay entre 10 y 15 por ciento de pacientes con trastorno bipolar. Deben estar de tres a cuatro semanas hospitalizados y el seguimiento es por años.

La buena noticia es que hoy se dispone de tratamientos bastante promisorios que conjugan fármacos estabilizadores del estado de ánimo, antidepresivos y anti-psicóticos. “El tratamiento se da a la carta y a la medida de cada paciente, debe ser personalizado”. El paciente con mayor tiempo en el HCG lleva doce años en atención “y está muy bien, es productivo, empresario y no ha estado nunca en fase psicótica, porque tiene apego al tratamiento”.

Cabe anotar que el Seguro Popular cubre la atención de esta enfermedad, aunque el entrevistado admite que a veces falla la dotación oportuna de fármacos, desabasto que propicia recaídas.

El desapego a la terapia es un problema usual. Hasta siete de cada diez pacientes lo dejan en algún momento, al no ser capaces de reconocer los síntomas que detonan las crisis.

Sergio Villaseñor comenta que el trastorno bipolar afecta por igual a hombres y mujeres. Generalmente comienza entre los 15 y 25 años, pero también hay una incidencia de la enfermedad en edad pediátrica, que requiere manejo especial.

Hoy lo importante es dejar atrás las etiquetas que se ponen a los pacientes que sufren de estos periodos euforia o depresión y educarle a comprender y reconocer su enfermedad, dispone de fármacos, de atención hospitalaria si es necesario y de redes de apoyo.

¿Qué es?

El trastorno bipolar es un padecimiento psiquiátrico caracterizado por periodos en que el paciente experimenta euforia y gran energía (manías) y periodos de tristeza y baja actividad o energía (depresión).

Su origen es desconocido. Se sabe que influyen factores genéticos, que hay alteraciones anatómicas y funcionales del cerebro; además influyen factores externos sociales, como la violencia y la dinámica familiar.

Cada fase puede durar de días a meses.

Algunas situaciones pueden desencadenar estas crisis: el parto, el consumo de medicamentos antidepresivos o esteroides o de drogas psicoactivas.


Síntomas de la fase depresiva

Tristeza

Irritabilidad

Incapacidad para disfrutar las actividades cotidianas

Cambios en el apetito y peso

Insomnio o dificultad para dormir

Fatiga o desgano

Sentimientos de minusvalía, desesperanza o culpa

Pérdida de placer en actividades que alguna vez disfrutaba

Pérdida de la autoestima

Pensamientos de muerte o suicidio


Síntomas de las fase de manía

Poca necesidad de dormir

Hablar mucho y más rápido de lo normal

Pensamiento acelerado y cambio drástico de la conversación

Dificultad para permanecer quieto

Deja tareas inconclusas

Conductas de alto riesgo




TRATAMIENTO


Debe ser individualizado. Hay disponibles fármacos estabilizadores del humor, antidepresivos y anti-psicóticos.

Está indicada la terapia electroconvulsiva (TEC) en etapas críticas del trastorno bipolar si no responde a los medicamentos.

La terapia psicoterapéutica y redes de apoyo son una parte fundamental para controlar las oscilaciones de humor y reducir la aparición de las crisis en cualquiera de sus fases.

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