A sus 33 años, Virginia Durán Rosales se mantiene migrando para subsistir. En su pueblo ubicado en Querétaro, se quedó su esposo para trabajar como jornalero levantando la cosecha del maíz. Ahora él esquila borregos y cuida a sus propios animales mientras Virginia se encuentra en Torreón con su hijo más pequeño vendiendo muñequitas en la entrada del Museo Arocena, frente a la Plaza de Armas.
Si la pandemia por el covid-19 dejó sin movimiento a la población, ella ha recorrido desde pequeña la ruta que la trae al menos cuatro veces a Torreón ahora. De sur a norte ha conocido otras ciudades pero en en el sector del Mercado Alianza donde vive; encontró un cuatro de renta por el que debe pagar 800 pesos cada mes.
“Ya son quince años haciendo muñequitas, es el trabajo que me enseñaron mis papás y es lo que he aprendido. Antes de que empezara la pandemia nos iba más o menos y ahorita con esto la verdad no, la gente no trae dinero. Vengo a ofrecerlas y que se acerquen, que me compren por lo menos una, para irla pasando, o sea, para que me ayuden o con una despensa.
“Estamos intercambiando por despensa porque ahorita no hay, yo los entiendo, están igual que yo, pero igual si ellos vienen y me ofrecen una despensa igual les ofrezco alguna muñequita. Llevo tres años aquí de ponerme a vender en Torreón pero aquí donde estoy tengo quince días y la verdad no sale”.
Virginia debe intentar juntar dinero para la renta, para la comida y para llevar a su pueblo. Le gusta vivir por el mercado, frente a Famsa, porque se mueve rápido hacia el centro histórico de la ciudad. Al ocupar su sitio en los escalones de mármol, atiende su puesto y a su niño que debe reportar sus tareas por WhatsApp.
“Mi marido se quedó allá, en el rancho, él estaba en la cosecha del maíz, pero ya se acabó la cosecha y se dedica a esquilar borregas, le pagan 20 pesos por borrega y es poco también. Él luego a veces como trabajo a diario, cuando no vendo nada me manda por lo menos para la comida y la renta.
¿Cómo llegó a Torreón?
“Mis papás desde que yo recuerdo ya venían aquí, mi papá se dedica a tejer muebles de bejuco, mi mamá igual también sabe tejerlas y vende las muñequitas, ella se pone en el Mercado Juárez y desde que yo recuerdo ellos ya venían a Torreón, entonces me trajeron desde muy niña y pues venimos por temporadas y nos regresamos.
“Como nada más vengo por temporadas, solamente cuatro veces por año pues sí me gusta, vengo a ofrecer mi trabajo, me regreso porque tengo animalitos y tierra para sembrar y todo eso, pero de las veces que he venido sí me gusta estar aquí, me estoy un mes y me regreso otra vez para Querétaro y no me puedo quedar aquí porque al niño lo tengo en la escuela”.
El niño se mantiene atento a lo que comenta su mamá. Y a la hora de preguntarle a él, se descubre como un pequeño hombre con respuestas contundentes. Ahora le gusta más la escuela aunque sea virtual y no, no le gustaría volver a la normalidad.
Las muñequitas que hace Virginia tienen un costo de 30, 50, 80, 100, 120, 150, 200 y 300 pesos, dependiendo de su tamaño. Las seguirá vendiendo o intercambiando por dinero. Los interesados en apoyar a esta mujer y a su hijo pueden llamar al teléfono 871 464 0042 o buscarla directamente en la avenida Juárez a la altura de la Plaza de Armas.
A Virginia la encontrarán sentada haciendo las muñecas o atendiendo la tarea de su hijo, justo en los escalones de mármol de lo que fue el Casino de La Laguna, hoy acceso principal del Museo Arocena.
“Yo entiendo igual a mis hermanos, igual ahorita no tienen dinero, pero por lo menos nos apoyaran con una muñequita o una despensa porque soy de un pueblito, no del mero estado y está todo bien caro y no hay dinero, y mis animalitos que tengo nadie los quiere comprar igual por lo mismo de que no hay dinero. Si quiero venderlos los regatean y no me conviene”.
EGO