A pesar de los cambios que trae la vejez, estimada a partir de los 65 años, poco a poco se rompe la idea de que el adulto mayor es improductivo, rígido y solo dedicado a cuidar nietos. Los cambios en esta etapa no son iguales para todos, y hay quienes disfrutan de buena calidad de vida a través de la actividad física.
A sus 77 años, Yolanda Ávila Muñoz camina y corre de lunes a domingo en el Bosque Venustiano Carranza en Torreón, Coahuila, dedicando tres horas diarias al ejercicio. Señala que le ha ayudado a mejorar su salud y mantenerse activa, a pesar de problemas en las cervicales.

“Llegué aquí por salud, me recomendaron hacer ejercicio por problemas en la columna”, comenta. Tras su rutina, regresa a casa a continuar con labores domésticas y cuidar a su nieta.
“Yo no salgo de otra forma, he dejado hasta las pachangas para caminar. No tomo medicamentos, solo vitaminas, minerales y antioxidantes”, agrega.

No hay impedimento para estar activos
La enfermedad no ha sido obstáculo para mantenerse saludables. María de Jesús López, de 85 años, convive con hipertensión, insuficiencia renal y problemas de columna, pero acude todos los días a ejercitarse.
“Ando caminando, doy una vuelta y luego bailo un poco. El ejercicio nos oxigena, nos mueve y nos beneficia”, afirma.
María Teresa Martínez Rangel, de 71 años, practica yoga desde hace 9 años y camina desde hace 20. “Aunque tengamos achaques por la edad, el movimiento nos permite seguir activos”, señala.
Trini Escareño, de 77 años, sobrevivió a un accidente y una enfermedad grave, pero el baile la ayudó a recuperar fuerzas y ganas de vivir. “El doctor me dijo que ya estaba recuperada; solo debo cuidar el ejercicio y la alimentación”, comparte.
Lupita Estrada, también de 77 años, afirma que el yoga la mantiene en buena salud a pesar de la hipertensión.

La constancia es clave
Yolanda recorre entre 8 y 10 kilómetros diarios. Llega al bosque a las 5:00 am, primero ayuda en el gimnasio y luego camina. Su familia la apoya, aunque le pide descanso, pero ella asegura que ejercitarse es su forma de relajarse:
“No descanso, ya descansaré cuando me muera. Venir aquí es mi vida”, comenta.
Convivencia y bienestar emocional
María Teresa Martínez destaca que tras jubilarse necesitaba una rutina para mantenerse activa física y mentalmente. Dedica mínimo dos horas diarias al ejercicio, de lunes a sábado.
La convivencia con otros adultos mayores es motivación para seguir activos.
“Tengo muchas amistades, me gusta platicar y compartir con ellos. Esto me hace sentir bien y feliz”, dice María de Jesús.
Trini Escareño asegura que bailar y compartir con sus compañeros le devolvió las ganas de vivir: “Regresé y volví a nacer. Aquí tenemos alegría y compañía, y eso es invaluable”.
El ejercicio no solo mejora la salud física, sino también la emocional y mental.
“No se encierren cuidando nietos ni sufriendo penas. Lo mejor es pensar positivamente”, aconseja.

Ejercicio para jóvenes y adultos
El ejercicio es fundamental para todas las edades. María de Jesús asegura que la disciplina física la mantiene saludable a sus 85 años.
María Teresa señala que no importa el lugar: “Se puede hacer en casa, en un parque o en un gimnasio. Lo importante es querer moverse. Aunque estemos viejitas y viejitos, debemos ejercitarnos para mantenernos activos”.
Beneficios de la actividad física en adultos mayores
Israel Soto Rivas, especialista en Geriatría, explica que el ejercicio disminuye riesgos de enfermedades crónico-degenerativas como diabetes, hipertensión y osteoporosis, fortalece músculos, mejora flexibilidad y equilibrio, y previene caídas.
Además, ayuda a reducir estrés y ansiedad, mejora la autoestima y contribuye a una mejor calidad de vida.

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