Pedro Galindo Rivera de 42 años de edad, es proveniente de Toluca en el Estado de México, él como muchas otras personas, desafortunadamente se ha convertido en un ciudadano más en situación de calle.
Hace unos meses fue deportado del país del norte, evaporándose su sueño americano.
Ahora, Pedro recorre las calles llenas de baches de León, ofreciendo sus servicios de tejedor de sillas.
“Por ahora va mal el negocio, ya casi nadie tiene sillas que requieran ser reparadas pues ahora las hay de plástico ‘made in China’, comentó Don Pedro.
A veces, con los bolsillos vacíos y sin un lugar donde pasar la noche se quedaba a dormir bajo el dintel de la puerta de algún comercio, hasta que un día, una persona en su misma situación, le comento del albergue de la Candelaria.
“Ahí es un buen lugar para pasar la noche, es mejor que arriesgarse a morir de frío en la calle o ser victima de la inseguridad que campea en la ciudad”, mencionó.
Don Pedro Galindo dijo que cuando las manecillas del reloj marcan las 11 de la noche, él y alrededor de 40 personas acuden al albergue que se ubica en la calle Barra de Navidad en la colonia Nueva Candelaria.
Al llegar a la puerta del albergue, jóvenes cadetes del Centro de Formación Policial, hacen un cateo a Pedro, revisan prendas, bolsillos, incluso el sombrero, además de su mochila, para asegurar que no se ingrese al albergue con navajas, cigarros,cerillos o drogas.
“Hay un área especial para las mujeres, sus baños y dormitorios están separados de los nuestros” dijo en voz baja el señor Galindo.
Después de la revisión, una trabajadora social realiza el registro de las personas que ingresan al albergue.
“Ahora sigue lo más bueno, nos llevan a la cocina, ahí nos dan un rico pan dulce, aunque es pan frío no le hace, a mí me sabe a gloria, además de que nos ofrecen té de canela calientito”, dijo Don Pedro.
Después de la cena y como una condición, se les solicita a las personas que tomen una ducha.
Luego de asearse y acompañados de la mirada vigilante delos cadetes, pasan al área de dormitorios, que es un espacio amplio donde están dispuestas una serie de literas para pasar la noche.
“Nos dan una cobija, con eso es suficiente, casi no pasamos frío, esto no se compara con estar en la calle”, finalizó Pedro Galindo, tejedor de sillas.
Durante esta temporada se han atendido alrededor de mil 770 personas en el albergue de la Candelaria.