Heliodoro Díaz, coordinador de Protección Civil de Oaxaca, informó que más de 7 mil 300 familias pasarán la Navidad en la calle debido a los daños causados por los sismos del 7 y 19 de septiembre.
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El funcionario estatal estimó que para la reconstrucción se requieren más de 10 mil 592 millones de pesos.
Dijo que este año, hubo 12 mil 151 sismos en Oaxaca y de los terremotos del 7 y 19 de septiembre se contabilizaron más de mil 400 réplicas.
Rosa Elba Aquino es una de las personas que vivirán una Navidad sin cena ni regaños; solo recibió 15 mil pesos de apoyo para la reconstrucción de su hogar.
"En realidad es casa de mi madre, vivimos con ella (mis dos hijos y yo) pero yo sostengo el hogar con la venta de gelatinas, yogur y desayunos; mi madre tiene 81 años de edad y tiene un problema en el corazón. Construyó su casita con el dinero de la venta del rancho que le heredó mi padre. Ahora se destruyó todo", explicó.
Rosa Elba y su familia viven la única parte de la casa que se salvó tras el terremoto: un cuarto que estaba en construcción y que fue habilitado con tablas y lonas como dormitorio, comedor y cocina.
De entre los escombros, su hija rescató el árbol de Navidad al que le colgaron luces, pero que no pueden encender porque siguen sin electricidad.
"Nosotros no haremos cena, no hay con qué, el dinero que gano apenas me alcanza para la comida diaria. Pasaremos la Nochebuena en casa de mi nuera, lo importante es estar juntos" dijo.
Esta Navidad, Santa Claus se presentó con diferentes rostros en muchos hogares del Istmo; no vistió su ropaje rojo ni la barba blanca, pero se hizo poeta y leyó poemas a los niños a través de la zapoteca Natalia Toledo o tomó el rostro y cuerpo de Dalia Báez, una mujer que salió a calles y callejones a entregar 15 ollas con pollo relleno para familias que se quedaron sin hogar.
"Quisiera hacer más pero se hace lo que se puede", remarcó la cocinera.
Mari Cabrera Toledo, de 55 años, vive con sus dos hijos, su esposo y su suegra de 91 años en Asunción Ixtaltepec, un pueblo cercano a Juchitán.
La casa fue demolida, pero tienen un patio muy grande que hoy les permitirá convivir con sus vecinos en una celebración sencilla, en donde cada uno llevará algo para compartir.
"Ya pasó lo más duro. Estamos vivos. La casa se cayó pero podemos seguir adelante. Vamos a cenar un pollo horneado con puré de papas".
AA