Se esperaba que llegara más gente, pero la bendición de la lluvia posiblemente ahuyentó a algunos. Esa lluvia que fue invocada en 1958 en la primera misa que ofició Monseñor Fernando Romo, primer Obispo de Torreón.
Sin embargo, más de diez mil personas llegaron al Territorio Santos Modelo para una fiesta muy especial: el Jubileo de Oro del padre "Lupito", hoy tercer Obispo de la Diócesis, Monseñor José Guadalupe Galván Galindo.
Una celebración de lujo, pero cercana a su rebaño. La cita estaba programada para las 19:00 horas. A la usanza lagunera, puntuales como siempre, muchos alcanzaron a llegar después.
Ciertamente la Misa se retrasó un poco. Eran alrededor de las 19:45 cuando los invitados, 50 Obispos y Arzobispos de México, salieron del mismo lugar del que salen los jugadores del equipo de casa.[OBJECT]
Un estrado se montó cercano a las gradas, adornado con flores amarillas y blancas, colores del Vaticano. Presidieron la ceremonia otras personalidades: la figura de Jesucristo y los santos Pedro y Pablo, que arroparon esta fiesta en su día.
Presentes y apoyando, estuvieron cuerpos de seguridad y rescate, como Bomberos y Protección Civil, dirección de Seguridad Pública y Tránsito y Vialidad.
Los charcos no fueron impedimento para que la buena gente llegara, algunas señoras caminaron entre las aguas, sombrilla en mano. Otros consiguieron camiones para trasladarse desde sus parroquias e iglesias.
Otros en sus vehículos de gran lujo, con el cobijo grato que da el dinero, pero juntos todos en la misma fe y en el mismo cariño que se prodigó a este Padre de Oro.
La Banda Municipal y su coro, se encargaron de dar el fondo musical para la fiesta. Estuvieron ensayando antes de que la celebración. Se giraron instrucciones para que cuando entrara la corte, fuera recibida con el corrido de Torreón: "Torreón, Torreón, tara ra ra ra, tara ra ra ra".
La familia de Monseñor Galván Galindo viajó desde Nuevo León para acompañarlo. El Santo Padre Francisco I estuvo representado por el Nuncio Apostólico Christophe Pierre, que en acento francés saludó y agradeció a los Obispos, sacerdotes, monjas, laicos, que estuvieron en esa conmemoración.
"¿Quién entiende latín?", preguntó, para dar pie a leer la carta de felicitación enviada por Su Santidad Francisco I, grata, cercana, tierna y filial para con el Obispo que vio su fe nacer gracias a su mamá, allá en Cadereyta, Nuevo León.
Se encargó de la homilía el Arzobispo de Monterrey, Rogelio Cabrera López, con casulla roja y adornos blancos con dorado, el mismo atavío que llevaban los demás dignatarios religiosos, al igual que sacerdotes y diáconos.
Por lo regular, la homilía se basa en las lecturas que se designan para cada día del año. En este 26 de junio de 2015, la primera lectura fue del libro de los Hechos de los Apóstoles, capítulo 12, versículos del 1 al 11.
La segunda lectura fue de la Carta del Apóstol San Pablo a Timoteo, capítulo 4, versículos 6 al 8 y 17 al 18. Fue leído el Evangelio Según San Mateo, se leyó el capítulo 16, versículos del 13 al 19.
"San Pedro y San Pablo son príncipes de la Iglesia. Hay una gran diferencia entre ellos y nosotros, que somos servidores y queremos estar bajo la luz de la santidad de ellos", señaló el Arzobispo regio.
Habló sobre la vida sacerdotal en base a estas lecturas bíblicas. Enfatizó primero la profesión de fé que hace el sacerdote, en segundo lugar, la confesión y el testimonio de vida que brinda, y finalmente, el hecho de que un sacerdote, no puede dejar de pensar en la vida eterna, en un final feliz.
"Han corrido ríos de sangre de los mártires. En particular nosotros no la hemos derramado", destacó, pero el sacrificio hecho antes por otros, o que pudiera ocurrir ahora mismo, obliga a volver la vista a lo esencial, según ha indicado el Papa Francisco I: esto es, volver a un núcleo fundamental, donde resplandezca el amor salvífico de Dios.[OBJECT]
Sus palabras conmovieron al festejado y a sus acompañantes. También el buen padre "Lupito" agradeció a sus acompañantes, y pidió a los Obispos y Arzobispos que se presentaran.
Los más aplaudidos fueron Raúl Vera, de Saltillo, Luis Morales Reyes Obispo Emérito de San Luis y segundo Obispo de Torreón y José Guadalupe Torres primer Obispo de Gómez Palacio y actual Obispo de Ciudad Juárez.
Cerca de las 21:30 comenzó a llover. Algunos se pusieron de pie para cubrirse del chipi chipi, otros aguantaron y se cubrieron con plásticos o simplemente se quedaron ahí, como los mismos clérigos hicieron.
Se refirió al Santos, nombró cada uno de los municipios que integran la Diócesis y al final, otorgó la bendición de oro. Los fuegos artificiales coronaron el cielo, mientras una botarga de Francisco I, animaba a la grey.