El robo reciente de una de las esculturas ubicada en la Plaza de Armas de Torreón, objeto de ornamento a manera de fuente donada a principios del siglo pasado, es un caso emblemático toda vez que se considera un sitio altamente custodiado por videocámaras y rondines policiacos al ubicarse en el centro histórico de la ciudad.
Como antecedente, varios monumentos culturales, patrimonio del municipio, desaparecieron en el tiempo de mayor violencia ocurrido de 2007 al año 2013 sin que se recuperaran las obras o se detuviera a los presuntos responsables.
Sin embargo son las propias autoridades las que al pensar en modernizar paseos públicos o vialidades han ignorado los objetos o piezas que le dan identidad cultural a la fisonomía de la ciudad.
En ese sentido es el historiador Carlos Castañón Cuadros, también director del Archivo Municipal “Eduardo Guerra”, quien comenta que los monumentos culturales son trascendentes para una ciudad porque representan historia e identidad.
“Muchas veces vamos a otras regiones y tenemos referencia geográfica o imagen de la ciudad el monumento y uno indiscutible de Torreón es el Cristo de las Noas, más allá de la fe o la religiosidad de las personas porque da una referencia. Pero así como sucede en las grandes ciudades o en otras partes del mundo que hay monumentos que se vuelven una referencia espacial, en la ciudad me gusta mucho como la gente se refiere a un monumento que es El Campesino”.
Cómo referente popular, Castañón Cuadros dijo que se le renombra como El señor de la pala o el puente vehicular aledaño es El puente del Campesino.
Sin la escultura este espacio sería un “No lugar”, es decir, un espacio sin identidad. De esta forma los sitios adquieren valor cuando la población se apropia de ellos y en ellos camina, descansa. Donde se reúne o es punto de partida para ir al trabajo o reunirse.
“Torreón tiene sus monumentos y digo esto porque a veces la gente ve con desprecio a su propia ciudad, hay un argumento que he escuchado repetidamente y se asegura que en Torreón no hay nada que ver porque no hay historia, somos una ciudad joven y tenemos cien años, pero no y es relevante en función de que aquí vivimos, tiene historia y cuenta con monumentos interesantes”.
Vladimir Alvarado, constructor de identidad
El historiador precisó que en ese sentido el escultor que ha brindado mayor identidad es Vladimir Alvarado, quien elaboró el Cristo de las Noas, El Campesino y La Adelita (que junto al antiguo estadio de fútbol era referente espacial durante el siglo pasado) .
“Si vas para el lado del aeropuerto, si no estuviera La Adelita sería un No Lugar, un terreno baldío, algo irrelevante sin ningún valor y sin identidad. Hay otras esculturas de Vladimir relevantes, él hizo la de Sor Juana en Torreón Jardín que tristemente se la robaron, y la escultura de Cuauhtémoc, que la vimos toda la vida donde inicia la avenida Cuauhtémoc y el bulevar Independencia, casi llegando al punto de Cuatro Caminos. Muchísimos años identificó esa zona; movieron el monumento en la misma avenida y la Bravo en contra esquina del Bosque Venustiano Carranza”.
Elevado en un pedestal y rodeado por una reja, este monumento se preserva. Otro de este autor se encontraba en la Alameda Zaragoza. Fue un homenaje a la memoria de Gibrán Jalil Gibrán, una escultura que representaba un árbol en relieve montado en piedra que donaron los descendientes de libaneses radicados en Torreón en el año de 1982.
“En la década de los ochenta diferentes empresarios donaron monumentos, era gente que quería a la ciudad. Vladimir fue un verdadero constructor de la identidad de la ciudad”.
Amor y educación para entender la historia y el valor de los objetos
Por su parte el artista plástico y académico con especialidad en arquitectura, Gustavo Montes, explicó que la falta de educación entre la población, pero también entre quienes hacen gobierno, han propiciado el desprecio por la historia y los signos identitarios.
“El problema reside en que prácticamente desconocemos y por tal no valoramos nuestro patrimonio histórico. Generalmente la gente desconoce el valor que tienen los objetos y las cosas, pero también el sentido de pertenencia es marcado por un conocimiento y la educación en todos los estratos sociales, y esto alcanza hasta los gobernantes y especialistas que deberían tener elementos para proteger el patrimonio y no es así”.
Gustavo Montes refirió que cuando acudió a un congreso internacional de patrimonio, el encargado del Patrimonio Histórico de la Unesco manifestó su emoción al saber que el enfoque era sobre la arquitectura pues los custodios de los signos identitarios de las regiones deben considerar y preservar la fisonomía de las ciudades.
“Prácticamente los especialistas son los que hacen daño al patrimonio histórico y es algo lamentable porque suponemos que tienen educación en torno a la arquitectura. Yo que doy clases como arquitecto sé que la preocupación fundamental es hacer felices a los hombres y ello se observa desde la comodidad de la casa hasta la defensa de mi patrimonio: del lugar en el que vivo en el contexto más inmediato, hasta el global y parece ser que mucha gente que se dedica a gobernar desconoce qué es el patrimonio de la comunidad y llevan las cosas al terreno de “lo mío” y se abusa”.
Montes dijo que esta conducta se observa en el servidor público de ventanilla pero también en los alcaldes o quienes se ubican en una elite de poder.
“Desde el renacimiento cuando prácticamente el hombre se enfocó en un concepto de urbanidad se le fue dando cierta preferencia a la cuestión de la circulación, el humanismo fue fundamental en el renacimiento y cuando aparece la máquina en el siglo XIX se le da preferencia y nosotros nos hemos olvidado de ese sentido humano que se debería estar inculcando desde la primaria porque han desaparecido las cuestiones filosóficas donde el hombre reflexiona sobre el hombre mismo y se olvida que todos tenemos el mismo valor”.
El artista acotó que la ciudad cobra vida con el peatón y no sobre una máquina, principio que se olvida cuando los gobernantes deciden acotar una banqueta o eliminar una rotonda.
“Yo soy peatón y lo digo porque no veo unidad en las baquetas. Sobre todo hay colonias donde uno no puede caminar ni circular, tristemente son las que tienen a las familias con poder económico. Reducen la posibilidad de que un peatón acceda a esos circuitos ajenos a la ciudad".
“Se puso de moda el término de reconstrucción del tejido social pero eso tiene que ver con hacer ciudad, con el convivir el uno con el otro y lo que estamos haciendo es separarnos cada vez más. Dentro de los planes de ciudad deberían involucrar al ciudadano para generar espacios con diferentes capacidades de viviendas y comercios para poder generar convivencia de ciudad porque los centros los hemos desplazado prácticamente y en la noche son espacios muertos. Se propicia la violencia sobre todo en las zonas residenciales y en cuanto a los centros de comercio”.
En cuanto al robo de monumentos y la no recuperación del patrimonio, Gustavo Montes mencionó que esto no se puede explicar si no se piensa en que existe algún tipo de contubernio entre la delincuencia y las fuerzas de seguridad.
“Hace tiempo atrás una regidora dijo a la prensa que ella sabía que se robaban las esculturas por ser de bronce y su valor económico. Y propuso que se hicieran de plástico y se pintaran de dorado. Y esa no es una solución. Creo que la solución está en la cuestión educativa, me parece bastante triste porque ahí de seguro hay un contubernio con la seguridad pública porque cómo puede ser posible que las cosas desaparezcan de esa manera".
“Para mantener los monumentos y el patrimonio lo que mejor se podría hacer es generar el amor hacia las cosas para su respeto. Tenemos que enamorarnos de dónde vivimos, suena muy romántico pero se práctica con el hecho y si amas a la ciudad tienes que hacer algo por ella. En comunidades indígenas nos enseñan del trabajo comunitario; nacen con el gen de que tienen que dar algo a su lugar y creo que deberíamos tomarlo en práctica, pero tal parece que se sigue educando en esa idea de que “el no tranza no avanza”, que genera una individualidad feroz”.
Cambiar la ciudad
En 1923 la avenida Morelos fue planificada por Nazario Ortiz Garza, convirtiéndose en el primer bulevar de Torreón.
Carlos Castañón menciona que se tuvo en mente el diseño de paseos europeos donde se incluyeron camellos centrales con jardín e iluminación ornamental a pie de peatón.
“Se pensaba en los peatones y esa dinámica la hemos perdido completamente. Toda la Morelos fue iluminada de manera ornamental y en las bocacalles había esculturas. En 1925 empezaron a instalarlas. Una escultura de Aquiles, frente al Edificio Monterrey, fue donada por el secretario de educación pública, José Vasconcelos”.
Los archivos del municipio establecen que fue entonces cuando se dio un proceso de hermoseamiento colocando jarrones e incluso una escultura de desnudo femenino en la calle Valdés carrillo y la avenida Morelos frente al edificio que albergó al Banco de México.
“En la Colón, que la hacen en 1928 hacen el mismo modelo con iluminación ornamental y esculturas neoclásicas. Era un proceso precioso para la ciudad, con sentido. Pero en 1952 el alcalde decidió retirar las esculturas de la Morelos bajo un argumento que hizo públicamente, no te lo estoy diciendo yo como una opinión, considero que eran obras artistas pornográficas”.