A 31 años del terremoto de 1985, el personal médico, enfermeras y trabajadores aún recuerdan a los compañeros que murieron aquella mañana, durante la caída de la torre de hospitalización del Hospital Juárez.
La maestra Silvia Navarrete Camacho, jefa de los Servicios de Enfermería, advierte: "Fue mucho lo que perdimos en ese día. Compañeros y amigos a quienes conocíamos, con quienes trabajábamos y compartíamos afanes".
"No sabía lo que había ocurrido ni imaginaba la magnitud de la tragedia que me iba a encontrar; aunque yo estaba asignada al servicio de cardiología de la torre de Hospitalización, presentía que mucha gente iba a necesitar ayuda.
"Vivíamos en la colonia Daniel Garza, por el rumbo de la Segunda Sección del Bosque de Chapultepec, y salimos como a las 7:30 horas. Desde el Viaducto nos dirigimos a San Antonio Abad. En el camino vimos edificios cuarteados, algunos en llamas. Sin embargo, al llegar a la colonia Obrera, donde estaban las fábricas de ropa, observamos los mayores destrozos y mi esposo y yo quedamos impactados", recuerda.
Las sirenas de las ambulancias se escuchaban por todas partes y había cortes a la circulación. "Mi esposo ya no pudo avanzar más. Le pedí que ahí me dejara y que regresara con nuestros tres hijos.
"Estaba como a un kilómetro del hospital, y con mi bata en la mano empecé a caminar entre las costureras y trabajadores que se salvaron de morir en los talleres. Me alarmé cuando ya no pude divisar la torre de hospitalización ni los edificios de los juzgados de Pino Suárez. Pensé en mis compañeras y apresuré el paso", relata.
Había un dispositivo de seguridad y "no me dejaban pasar al hospital. Tuve que levantar un cordón y entrar, aunque la nube de polvo rojo y tierra no se había asentado todavía.
"Guiada por el instinto, toda angustiada y confundida, me dirigí a los checadores que estaban en el primer piso, pero ya no había nada. Recordé que había quedado de verme con mi amiga enfermera Socorro Suárez, que se había quedado de guardia", explica.
Para atender a los lesionados rescatados o que salían por su propio pie de los escombros. La supervisora Julia Trejo y Lorca nos organizó e instalamos un puesto de socorro en el comedor de la residencia de los médicos, adonde llegaron muchos compañeros traumatizados, fracturados y descalabrados; con el polvo impregnado a sus heridas.Conforme los rescatistas sacaban a nuestros médicos, enfermeras y demás trabajadores, los médicos los revisaban, estabilizaban y enviaban a Balbuena o al Central Militar.
"Hasta las cinco o seis de la tarde sacaron a mi amiga Socorro, que junto con otra enfermera, que conocíamos como la señorita Lira, se refugió bajo el control de enfermeras. Al verme, desde la camilla en que la transportaban me dijo: ´Sabía que estarías aquí, que me estarías esperando'. En la mano llevaba la imagen de San Judas Tadeo que le había regalado".
Fue precisamente el 19 de septiembre de 1989 cuando llegamos aquí, al Hospital Juárez de México, donde prácticamente tuvimos que empezar desde cero para abrir el hospital.
"Hoy, 27 años después de haberse inaugurado, nos satisface ver cómo ha crecido el Hospital Juárez de México, cuya principal fortaleza son sus recursos humanos, comprometidos con sus raíces y su pasado. Pero también miramos hacia el futuro, y tratamos de escribir nuestra propia historia".
La Cruz Roja Mexicana recordará a los caídos y los protocolos de protección, así como de rescate, este lunes 19 de septiembre, a las 7 de la mañana, en el área de Radio Operación del Hospital de esta Institución, ubicada en la calle Benito Pérez Galdós en la colonia Los Morales Polanco.