Espectáculos

“Mi futuro lo veo más como director”: Tim Roth

Este londinense, uno de los actores más consolidados luego de tres décadas de carrera y cintas que van desde Pulp Fiction hasta Fall from Grace y la teleserie Lie to me, ha dado un giro a su carrera filmando dos

La palabra más adecuada para describirlo es camaleónico: en 30 años de carrera ha sido lo mismo un ladrón psicópata que un investigador incapaz de mentir; un abogado romántico, un huérfano callejero, un padre amoroso, un chimpancé violento o el príncipe Rainiero. Su oficio es ése; convertirse mediante un gesto, en muchos hombres que residen en uno solo.

Jovial y perspicaz, Tim Roth (Londres, 1961) podría sentirse complacido de tener una carrera tan amplia, diversa y reconocida desde su etapa de esplendor en los años noventa, trabajando con cineastas como Tarantino, que lo llevó a Reservoir Dogs y Pulp Fiction, Werner Herzog, Woody Allen (en su excéntrico musical Everyone says I love you), Giuseppe Tornatore o Wim Wenders. En épocas más recientes, Roth se ha dado el lujo de experimentar con directores más jóvenes, y de hacer películas más independientes.

Entre las más recientes destacan 600 millas y Chronic: El último paciente, filmadas en rápida sucesión, y que han sido realizadas por dos cineastas mexicanos: Gabriel Ripstein —de notable linaje cinematográfico— y Michel Franco —que con Daniel y Ana, y sobre todo con Después de Lucía, se ha dejado ver como alguien que no teme generar polémica con su trabajo. Estas cintas ofrecen a Roth la nueva perspectiva de hacer cine en Latinoamérica, lejos de Hollywood y más aún de su natal Reino Unido.

¿Cómo llegaste a estos proyectos hechos en México?

No soy tan inaccesible como se pueda creer (ríe). Conocí a Michel Franco en Cannes cuando presentó Después de Lucía, charlamos y poco a poco nos hicimos amigos. Él es el productor de 600 millas, leí éste proyecto y también el de Chronic. Ambos me gustaron y dije que sí. Realmente fue muy simple.

¿Así nada más?

Lo cierto es que me parecieron dos guiones originales, completamente diferentes a lo que había hecho antes, con sustancia, con personajes complejos y con una realidad palpable. Y me atrajo la idea de filmar 600 millas en México, así que acepté y viajé para hacerlo. Fue como una aventura. Como hacer películas al principio de mi carrera, las que hice porque quise, sin ningún tipo de obligación económica.

¿Cómo fue tu experiencia mexicana?

Excelente. En la Ciudad de México fui huésped del padre de Gabriel, Arturo Ripstein. Y pude hablar mucho con ambos. Arturo es un hombre formidable. Con un oficio increíble y todas esas anécdotas. ¡Trabajó con Luis Buñuel! Me contó de cuando era un muchacho y estaban rodando El ángel exterminador a principios de los sesenta. Escucharlo fue extraordinario. Y Gabriel es un director lleno de promesa, con ideas muy claras sobre la historia que quería contar. El rodaje me dejó muy satisfecho.

¿Cómo fue el rodaje de 600 millas?

Intenso. Fue muy breve, Gabriel tenía toda la película armada en su cabeza desde antes de rodar la primera toma, y eso es una fortuna para todos los involucrados, trabajar con alguien que sabe específicamente qué es lo que quiere y cómo lo quiere. En la cinta, hay mucha acción, pero también hay momentos muy humanos: yo interpreto a un agente de la ATF que es secuestrado por un joven que transporta armas para un cártel. Son personajes que nada tienen en común; sin embargo, por las circunstancias hacen una amistad que surge dentro de la situación más adversa. Eso es algo que me da optimismo; saber que hay una alternativa a la violencia mediante la comunicación. Por lo demás, el guión estaba tan contenido y bien escrito, que fue muy satisfactorio.

¿Pensarías en volver a trabajar en México o en algún otro país de América Latina?

Pues claro. Soy actor y trabajaría donde fuera. En México, en Argentina, en Chile. Incluso en la misma China, si la película me resultara algo que quisiera yo hacer. Hay personajes a los que no les puedes decir que no. Y un factor muy importante es el entusiasmo, la pasión del director por su trabajo. Si no la hay, si el director y los productores no están dispuestos a todo por su proyecto, es muy probable que yo tampoco lo sienta así y decida no hacerlo.

¿Hay directores con los que no hayas trabajado y con los que te gustaría trabajar?

Por supuesto. Muchos. Están los hermanos Coen, por ejemplo. Wes Anderson. ¡Me encantaría poder hacer algo con Wes Anderson! Sus películas siempre me dejan algo como espectador, y quiero trabajar con él, ser parte de ese universo que ha creado. O como fue el caso con Gabriel y Michel, trabajar con cualquier director joven que tenga una idea muy clara de lo que quiere hacer y que tenga el deseo de hacerlo.

Han pasado 15 años de Zona de guerra, la cinta que tú mismo dirigiste…

Tan pronto, ¿eh? 15 años. Y a veces se siente tan cercana.

¿Cómo te fue con Ray Winstone y Tilda Swinton?

Siempre he admirado a Ray. Es un gran actor. Un tipo sin par. Un profesional, sin miedo a nada. Y Tilda Swinton, bueno… ella es un fenómeno. Una Diosa.

¿Eres un converso del culto a Tilda Swinton?

¡Absolutamente! (risas). Pero es cierto. Ella es mucho más que una actriz. Es un artista total. Y la mujer más cálida y generosa en el oficio, eso no se ve, pero lo es. Trabajar con ella es un privilegio, siempre da lo mejor de sí, con todos. Desde el director, hasta el más humilde miembro del staff. Por otro lado, su entrega aquí fue excepcional; el guión de Alexander (Stuart) era una cosa muy dura, nadie se habría atrevido a filmarlo, una exploración tan detallada sobre el incesto… es muy brutal, muy escabroso… filmarla me dejó agotado en muchos aspectos, pero todos, Ray, Tilda, Colin Farrell, Freddie Cunliffe… todos, se sumergieron conmigo y crearon una gran película. No esperaba que fuera a resultar así, ni la respuesta que tuvo.

Lo que me hace preguntar, entonces, ¿por qué ya no hubo más películas como director?

Porque después actuar en una película te toma unas semanas, o cuando mucho un par de meses, y dirigir es algo que toma años. Y yo no estaba dispuesto a dedicar tanto tiempo a un proyecto para levantarlo de la nada, mientras mis hijos fueran pequeños. Eran muy chicos cuando hice Zona de guerra y ese tiempo que estuve metido en la película los extrañé mucho. Pero cuando tus hijos crecen, las cosas cambian para ti también.

¿Eso quiere decir que vas a dirigir nuevamente?

Sí. Mi hijo más pequeño, Michael, empieza la universidad este año y ya no va a estar en casa. Ahora mi mujer y yo podremos dedicarnos más tiempo a nosotros y a lo que queremos hacer más allá de ser una familia. Y quiero dirigir. Hay historias que me interesan, no solo como actor, sino como director. Mi futuro lo veo más como director... Así es como veo lo que viene. Hacer pocas películas como actor, y enfocarme más a dirigir. Tomar un rumbo nuevo, donde sea que me lleve.

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