Espectáculos

“Juan Gabriel no tenía idea de cuánto lo amábamos”

La gente se agolpó en las cercanías del Palacio de Bellas Artes para dar el último adiós a 'El divo de Juárez'; amigos, familia y miles de seguidores lo acompañaron en una cita musical muy emotiva.

La gente se agolpa alrededor del Palacio de Bellas Artes. Decenas. Cientos. Miles. La romería crece. Hombre y mujeres. Jóvenes y gente de edad avanzada. Minusválidos. Traen ramos de flores, portadas de periódicos y carteles con fotografías de Juan Gabriel, cuyas cenizas, anuncian, llegarán a las 14:30, pero el tiempo de espera se prolongará, sin que eso importe para quienes vinieron de diferentes partes del país y de la Ciudad de México. Ellos están de pie. La espera es larga.

La policía instala vallas metálicas alrededor de la Alameda Central y otras más en medio del parque que delimitan dos filas, pues arriban más admiradores del cantante, mientras dos de sus imitadores posan para las cámaras. Un altar flanquea la entrada principal de Bellas Artes. La alfombra está hecha con fotos del cantante, recortes de revistas y periódicos, ramos de flores y pétalos que trazan la figura de un corazón. Una bandera tricolor ondea en la cabecera del retablo.

"Juan Gabriel, descansa en paz, juntos otra vez", reza uno de los letreros. La gente se desplaza en grupos, la mayoría con letreros manuscritos y cantos. Otra vez el luto se convierte en alegría. Llegan por Lázaro Cárdenas, avenida Juárez y calles aledañas. Hay gente triste, pero ahora es tiempo de homenaje jubiloso, pues en la mente traen canciones o tararean letras con las que se enamoraron. Lo dicen sin pena en las hileras que inician alrededor del monumento a Beethoven.

La mujer que encabeza la primera fila, que trabaja "24 por 24" en el Hospital Español, dice estar ahí sin dormir, "pero esto vale la pena; nadie me lo va a contar".

"Juan Gabriel no tenía ni idea de cuántos lo amábamos", comenta Oli, de 60 años, profesora ya jubilada, originaria de Yucatán.

—Y qué tanto...

—No se imagina cómo disfruto de la vida, y estos momentos no regresarán; por eso estoy aquí, para contarles a mis bisnietos. Estos momentos son únicos.

La profesora, quien enviudó hace años, dice que con canciones de Juan Gabriel la enamoró quien sería su esposo."Yo estudiaba en Mérida", rememora, "y él me seguía cantando 'Querida' mientras yo cocinaba".

Muchos se aglomeran sobre avenida Juárez, Eje Central Lázaro Cárdenas y avenida Hidalgo, con la idea de buscar entradas fáciles, pero las únicas posibilidades son formarse en esas hileras que cada vez se alargan, pues hay gente que esperó salir de sus trabajos y sumarse a este homenaje, uno de los que más ha concentrado seguidores en el Palacio de Bellas Artes.

Y uno de los grupos que llega es el que forma una batucada con canciones poco conocidas del homenajeado; son unos 200 que llegaron de Parácuaro, Michoacán, donde nació Alberto Aguilera Valadez, conocido como Juan Gabriel. Los encabeza el presidente municipal Noé Zamora, quien asegura que han reunido miles de firmas para que trasladen las cenizas a ese lugar, aunque sea un rato, pero nadie le hace caso.

Decenas de personas, mientras tanto, se aglomeran en torno a los 22 comedores comunitarios que dispuso la Secretaría de Desarrollo Social de la CdMx, bajo cobertizos situados sobre la calle Doctor Mora, donde degustan un variado menú que cuesta 10 pesos cada uno.

Oscurece.

Todos entrarán a inclinarse ante la urna que guarda las cenizas del ídolo, que llegó en una carroza custodiada por policías y entró por la parte de atrás del palacio de mármol, a eso de 16:15, donde se inició el homenaje media hora después. Entre lágrimas, risas, aplausos y canciones que se convirtieron en clásicos de El divo de Juárez.

* * *


Miles lo veneran a las afueras del recinto

Asimilar la muerte de un ídolo vigente no es cuestión de pocos días. Maricarmen Salazar, de 63 años, le lloró a Juan Gabriel cuando supo de su muerte, pero al salir de Bellas Artes, después de ver la urna de cenizas, la realidad le provocó escalofríos.

Con la voz entrecortada y las mejillas empapadas de lágrimas casi se derrumba con el golpe de luz de la calle, va del brazo de su hija, quien se quiebra junto a ella y la abraza mientras se detienen en la banqueta.

"Escuchas que se murió y lo sientes, pero no lo entiendes hasta que estás ahí y ese hombre alegre que cantaba tan bonito es no'más una cajita de cenizas", dice la sexagenaria al reponerse de la impresión, para ahora buscar su lugar frente a una de las 12 pantallas colocadas al exterior y ver el homenaje desde ahí.

Las personas que desean dar el último adiós a Juan Gabriel forman una fila que inicia al costado derecho del Palacio de Bellas Artes y se extiende por toda la Alameda Central, llega hasta la avenida Reforma. Recargados en las vallas de protección intentan descansar tras más de ocho horas de pie en que se ven expuestos a la lluvia, las ráfagas de viento, el hambre y la sed.

Ondeando las banderas de sus naciones (Cuba, Chile y Venezuela, entre otras), multicolor o banderines con el rostro de El divo de Juárez, o gritando con orgullo que vienen de la frontera mexicana, la gente en la fila se anima y se organiza para matar el tiempo con cantos y porras.

"Eres mi amor eterno", grita una fan que improvisa una porra sin rima ni coherencia, pero que igual es seguida por sus compañeros de fila. La espera es recompensada cuando poco a poco la hilera interminable avanza y por unos segundos los fans quedan frente a frente con la urna, y le lanzan flores y besos.

El pequeño contenedor de madera tiene grabadas sus iniciales "A.A.V" en color plateado y del mismo tono una Virgen de Guadalupe en mayores dimensiones. Está colocado en el vestíbulo de Bellas Artes, sobre una plataforma, al centro de la alfombra roja.

Alrededor todo es flores y guardias que posan para la foto: la primera es su familia y su representante, pero desfilan también Rafael Tovar y de Teresa, secretario de Cultura; Roberto Cantoral Zuchi, director de la SACM; la cantante Aida Cuevas, los actores Lilia Aragón, Humberto Elizondo y el productor Eduardo Magallanes, entre otras personalidades.

En las dos escaleras laterales está acomodado el mariachi Mi Tierra, mismo que acompañó a Juanga la última vez que pisó el recinto de Bellas Artes, en 2013 cuando celebró 40 años de trayectoria, y que ahora acompaña a Fernando de La Mora para venerarlo con "Amor eterno".

Seguido del tenor entra Aída Cuevas; engalanada con su traje charro y visiblemente afectada por la pérdida, interpreta "Te lo pido por favor", seguida de "Te sigo amando", tema en el que se le quiebra la voz, pero continúa con "Pero qué necesidad".

La música en el interior de Bellas Artes se calla a momentos y los invitados se abrazan, y dan el pésame a la familia; el mariachi vuelve para continuar el tributo con Jas Devael y otras figuras que se sumaron al homenaje.

Afuera el ambiente se tornó festivo; más gente llegó y avenida Juárez se convirtió en una enorme pista para que familias enteras disfrutaran de las canciones de Juan Gabriel en voz de otros artistas.

Aída Cuevas abrió el escenario al aire libre con "Te lo pido por favor" y le siguieron Pablo Montero, Lucía Méndez y Alejandra Ávalos, entre otros, acompañados del Mariachi Gama 1000, con los éxitos del intérprete.

Cayó la noche y la fila se volvía más larga, incluso daba vuelta a la manzana, y quienes no desistían por entrar al foro intentaban abrirse paseo entre la multitud.

Hombres con sus guitarras armaban grupos aislados y vivían su propio festín, otros más se apoyaban de bocinas para no perder el ánimo durante las pequeñas pausas de la música en vivo.

Al cierre de esta edición estaba por confirmarse si el Palacio de Bellas Artes continuaría abierto durante toda la madrugada.
(María José Cantú/México)

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Humberto Ríos Navarrete
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