Espectáculos

[Función Dominical] Más propaganda que ciencia ficción

'Maze Runner: Prueba de fuego' es en realidad una serie que exalta la guerra, la competencia por encima de la cooperación y la sumisión por encima de la fraternidad.

La ciencia ficción no es lo que solía. Así lo constata Maze Runner: Prueba de fuego, película que se promociona como ciencia-ficción, pero que es ante todo cine de propaganda.

James Dashner, el novelista, no ha tenido empacho en mostrar a la prensa las influencias en su "obra": El juego de Ender, de Orson Scott Card; la serie Fundación, de Isaac Asimov, y El señor de las moscas, de William Golding. Maze Runner es en realidad un licuado de todas ellas y el resultado no tiene ciencia. La ficción por su parte, es muy pobre.

En la primera película, El corredor del laberinto, conocimos a Tomás, un adolescente de 15 años que viene a parar, sin justificación real, al centro de un laberinto poblado por otros chicos de 13 a 16 años (y aquí es donde está, supongo, la "influencia" de El señor de las moscas). En un santiamén Tomás ya se ha dado cuenta de lo que todos los otros, durante tres años, no han podido adivinar: El laberinto es una "prueba" que está dirigida por unos malos que aparecen al final de la primera película.

Ahora llega a México Maze Runner: Prueba de fuego, la promocionada segunda parte de El corredor del laberinto. Pero aquí Tomás y sus amigos no tienen que escapar de un laberinto físico sino de uno natural: el desierto, pero el esquema es el mismo y cualquier absurdo encuentra justificación en el supuesto de que estamos viendo "ciencia ficción". Frank Herbert, Arthur C. Clarke, Iván Efrémov y en suma, todos los grandes del género, volverían a morir porque lo único "científico" en esta película es que los malos llevan bata y dirigen a sus creaturas desde un laboratorio salido de una película setentera.

De El juego de Ender, Dashner se ha fusilado la noción de un adolescente que va progresando en una serie de pruebas que ponen en riesgo su vida. De Fundación, la obra monumental de Isaac Asimov, todo el ambiente apocalíptico y, lo dicho: de El señor de las moscas, la premisa de un mundo de pubertos que abandonados a sus circunstancias tienen que reinventar reglas y moral. Dashner no parece darse cuenta de que más que a todas estas novelas, su obra se asemeja a Los Pitufos en estos sentidos: sus personajes son arquetipos que buscan educar a los jóvenes del mundo con una serie de valores que la moral políticamente imperante en Estados Unidos considera apropiados.

Como en el caso de Los Pitufos a los muchachos de la primera película les caía una Pitufina. ¿Por qué? Solo para ofrecer un poco de tensión sexual que a decir verdad nunca florece. ¿Acaso los muchachos entre los 13 y los 16 no piensan en eso? En el mundo de Dasher no. Y es aquí donde se evidencia lo retrógrado de todos estos valores que encubiertos detrás de la etiqueta ciencia ficción saben más bien a propaganda. Maze Runner: Prueba de fuego es en realidad una serie que exalta la guerra, la competencia por encima de la cooperación y la sumisión por encima de la fraternidad. No nos confundamos, Maze Runner es propaganda y no vale la pena verla en nuestra función dominical.

Maze Runner: Prueba de fuego (The Maze Runner Chapter II: The Scorch Trials) Dirección: Wes Ball. Guión: T.S. Nowlin basado en la novelad de James Dashner. Fotografía: Gyula Pados. Con Dylan O'Brien, Thomas Brodie-Sangster, Kaya Scodelario, Ki Hong Lee. Estados Unidos, 2015.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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