Espectáculos

“El poder del cine para transformarnos es infinito”: Ángeles Cruz

La directora oaxaqueña cree que el poder del cine cambia a las personas, a pesar de que ha enfrentado en su vida y carrera triple discriminación por ser mujer, indígena y por su preferencia sexual

Ángeles Cruz (Tlaxiaco, 1969), con varias nominaciones al Ariel como actriz y directora, estrenó su primer largometraje, Nudo Mixteco (2021), filme magnífico que entrelaza tres historias sobre la sexualidad y la violencia de género, y además ofrece la posibilidad de convivencia entre actores y actrices profesionales con miembros de una comunidad que participa entera en la confección de esta hermosa película, muy bien acogida por su riqueza cinematográfica y social en festivales internacionales, como los de Morelia y Ficunam, en México, y San Francisco y Rotterdam, en Estados Unidos y Europa.

Nudo mixteco, que abrió la pasada edición 71 de la Muestra Internacional de Cine de la Cineteca Nacional y cuyo título alude a la convergencia geográfica y telúrica de la Sierra Madre Oriental, el Eje Neovolcánico y la Sierra Madre del Sur, cuenta tres historias que ocurren a la par durante la fiesta patronal de San Mateo (Villa Guadalupe Victoria, en la realidad): María, joven lesbiana que regresa a enterrar a su madre a pesar del repudio de su padre y se reencuentra con su amor de infancia, Piedad; Esteban, migrante que vuelve para descubrir que su esposa Chabela ya vive con otro hombre y debe enfrentar el juicio comunitario; y Toña, otra migrante, que retorna a proteger a su hija del mismo abuso sexual que sufrió ella por el mismo pariente (y quizás también su madre, como se insinúa en el filme).

La cineasta conversa en entrevista sobre su filme con guion de ella misma, producción de Lucía Carreras y Lola Ovando, fotografía de Carlos Correa, edición de Miguel Salgado, música de Rubén Luengas, sonido de Pablo Tamez y Rodrigo Castillo, y dirección de arte de Basia Pineda.


Nudo mixteco retoma temáticas de sus cortos, ¿cómo la construye con estos antecedentes?

Son tres historias que se van entrelazando a través de una fiesta patronal; tres personas que han salido de la comunidad y regresan y, a través de eventos públicos vamos develando poco a poco su vida íntima.

Las tres historias remiten a aquel refrán de: “Pueblo chico, infierno grande”.

Pues mira, es una realidad que nos toca a todos y a todas. Establezco la película en el lugar de donde soy, el universo que conozco; sin embargo, no creo que esté para nada alejada de las circunstancias de este país, en el que siento que las mujeres seguimos defendiendo día a día, momento a momento, nuestro espacio de decisión sobre nuestro cuerpo o sobre nuestro territorio-cuerpo: a quién amamos, en qué condiciones y en qué circunstancias decidimos nuestros quereres. Más que cualquier otra cosa, Nudo mixteco va a en ese sentido y se vuelve universal porque hablamos de mujeres y hombres que regresan para arreglar parte de su vida y poder seguir adelante.

¿En qué medida el cine tiene poder de cambiar esta situación de las mujeres?

El cine tiene una gran potencial en todos los sentidos, porque no es un discurso, es una película, es una historia; uno entra a un universo distinto y los prejuicios, a través del cine, pueden romperse, caerse. Nosotros entramos a un espacio desconocido cuando vamos a ver una película y depende de cómo la recibamos, justo nos hace entrar en otro universo y quitarnos muchas barreras de las que traemos en la cabeza. Ese poder es infinito, aunque también ha sido utilizado para aleccionar o mostrar ciertas narrativas perpetuadas del racismo, del clasismo, también puede ir hacia el otro lado, para romper eso y proponer nuevas cosas y ser protagonista de tus propias historias. Ahí viene esta maravilla del cine: cómo entras a una película de cualquier parte del mundo y encuentras en ese espejo parte de tu reflejo. Eso es algo que nos apasiona y por eso queremos seguir yendo al cine, encontrar nuevas historias, vernos ahí, salir de una manera distinta ante un evento artístico. Las manifestaciones artísticas tienen esa potencia, vas a un concierto, escuchas música o lees un poema, y puede transformarte; el cine tiene ese poder, también el del entretenimiento por el mero entretenimiento, pero, en nuestro caso, creo que el cine puede ayudar a una reflexión profunda.

Vuelve a trabajar con actores y actrices profesionales de sus cortos. ¿Cómo insertarlos para que comulguen con la comunidad?

Es un solo lenguaje y una sola familia. Creo mucho en la preparación profesional de las actrices y los actores que acuden a una escuela y también creo muchísimo en el talento natural que tiene la gente, los habitantes de la comunidad. Es un reto como directora entonar en la misma circunstancia a ambos para hablar un mismo lenguaje, contar una misma historia desde el mismo punto. Lo que tengas que hacer para llegar a ese lado del camino es parte de la preparación, de la dirección; es de las cosas más apasionantes encontrar todas las sutilezas, llevar a las actrices y a los actores a ese punto donde necesitas que estén para que a la hora de compartir secuencias, el set, los diálogos con sus compañeros y compañeras de la comunidad, no se sienta que se está hablando de cosas distintas, sino que están de un mismo universo.

¿Cómo abordar en cine prejuicios de un pueblo con gente local?

Estamos rodeados de muchas complejidades, no es una situación de blanco y negro, ni de buenos contra malos, las situaciones no son simples. Yo misma, en el análisis de una familia, veo todos los matices: una apertura y un avance mental en ciertas cuestiones y en otras, un retroceso, una cerrazón, una misoginia velada o no velada, un machismo acendrado o disfrazado. Finalmente, eso lo encontramos en todos lados. Somos una sociedad muy hipócrita en la que en ciertas cosas juzgamos de una manera muy dura y en otras somos cómplices de un silencio ante el abuso. Vivimos en un país con muchísima nota roja respecto de las desapariciones de mujeres, y esto viene desde el fondo, tiene una raíz en nuestra educación de las cosas que se perpetúan y de las que no se habla. Para mí, Nudo mixteco es encontrar el origen de muchos de estos males, encontrar que la mujer, al ponerlo de manifiesto, al hablarlo, puede modificar ese lugar de víctima y tomar su destino en sus propias decisiones. Ahí es donde nos movemos todos, lo que estamos viviendo, nuestra realidad, nuestra casa, nuestra vida en pareja, quién está decidiendo sobre nuestras decisiones ¿Es la sociedad? ¿Es lo que nos dicen? ¿Quién está decidiendo? Eso es lo que más me apasiona al preguntarme cosas que no entiendo a cabalidad.

Fascina el abrazo de la comunidad a su gente, en las historias de Toña y Chabela. Un papel de la comunidad como protectora de sus individuos, que contrasta con lo que vivimos en México.

Es necesario movernos en ese sentido, encontrar la solidaridad, el lazo. No es una pelea entre hombres y mujeres; es, como sociedad, encontrar las partes que tenemos que ir salvando para dejar algo mejor a la generación de los niños y las niñas. Siento que en Nudo mixteco ahí nos movemos. El personaje de Esteban podría seguir perpetuando esa violencia; llega un momento en que tiene que decidir y decide no seguirla. Y también tiene la posibilidad de decir: “No soy esa persona violenta, tengo que parar aquí, tengo que volver a comenzar y renovar esta persona que soy, decidir hacia dónde voy”. Y el personaje de la comunidad como algo que contiene. Estamos llenos de prejuicios, nos han dicho que en los pueblos no entendemos y hay muchas cosas que se siguen tolerando (por usos y costumbres), pero también nos estamos moviendo hacia ese lugar en el que generamos una discusión de manera abierta y frontal.

¿La cinta se exhibió en el pueblo donde se desarrolla? ¿Cuál fue la reacción de los habitantes?

No, no la ha visto el pueblo en su totalidad; solo parte de los actores que participan en la película y que son de la comunidad, en una función especial en Oaxaca a la cual fueron invitados. Y a mí me sorprendió mucho su emoción al ver Nudo mixteco, su compromiso con las historias, sabiendo que son temas difíciles, complicados, fuertes. La historia más sencilla es la de María, porque habla de un amor que no puede llevarse a cabo; las otras dos hablan de mucha agresión, de mucha violencia. Sin embargo, siento que nos siguen asombrando las manifestaciones amorosas. En ese sentido, por lo menos los actores y las actrices de la comunidad que ya la vieron, vieron más allá del solo hecho de una secuencia de amor, fueron más allá en la problemática de las cosas que se ocultan, de las cosas que se callan, de los difícil que es a veces hablar, aceptar que las personas somos diversas, que tenemos otros entendimiento del amor y el respetarnos como mujeres y hombres sobre las decisiones. Eso es importante. Y siempre lo voy a decir: he tenido la libertad de elegir cualquier tema y de ponerlo en el sentido que juzgue necesario; nunca se me ha dicho cómo tratar un tema o se me ha prohibido tratar un tema dentro de mi comunidad. Cuando expongo de qué trata la película en la asamblea se me cuestionan muchísimas otras cosas, pero jamás el tema ni cómo sería tratado a nivel cinematográfico.

Ha tenido que lidiar con la triple discriminación por ser mujer, indígena y por su preferencia sexual, ¿tiene esperanza en que esto cambie?

Yo lo veo con las nuevas generaciones. Es muy difícil movernos con nuestros prejuicios, falta muchísimo para aceptar nuestra diversidad, que tenemos diferentes culturas y lenguajes y preferencias... para aceptar eso como parte de la riqueza de la humanidad. Sin embargo, las nuevas generaciones, siento que ya hay una apertura a integrarnos en la diversidad de color de piel, de idioma. Falta muchísimo camino, pero mi esperanza está ahí. Espero de verdad que sigamos en ese sentido construyendo niñas y niños más respetuosos, más abiertos, de mente integral y muy respetuosa de las otras personas. En ese sentido está el futuro de estas sociedades porque si no vamos a terminar devastados.

¿Ya está preparando su nuevo largometraje?

Así es. Este año vuelvo a filmar. Se llama Valentina o la serenidad y habla sobre el duelo en las infancias. Estoy muy contenta y emocionada por este nuevo filme y por cómo le ha ido a Nudo Mixteco, esperando que la gente acuda a la salas, sabemos que son momentos complicados y difíciles, y el cine mexicano no siempre goza del beneficio de la duda del público, pero, bueno. Y a prepararnos para este segundo largometraje.


Clave

El filme, protagonizado por actores y actrices de cabecera de Ángeles Cruz, Sonia Couoh (María), Noé Hernández (Esteban), Myriam Bravo (Toña), Aída López (Chabela) y Eileen Yáñez (Piedad), junto con pobladores de San Mateo, da continuidad temática a cortos exitosos de la cineasta como La tiricia o de cómo curar la tristeza (2012) y La carta (2014), ambos nominados en su categoría a los premios Ariel.

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José Juan de Ávila
  • José Juan de Ávila
  • [email protected]
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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