Vendrán por ti, por mí, por todos… Bien lo sabéis…, aquí no se salva ni dios.
Así, tejida en la sentencia poética del gran Blas de Otero, sabremos de la vida de un nuevo personaje en la novelística de David Martín del Campo (Ciudad de México, 1952), de nombre Matías Verduzco, se dice novelista, en tanto avanza el año 86 y un accidente nuclear espanta al mundo y en nuestro país la lucha por el cambio adelanta ruta. Matías: su nombre escrito ya.
Alguna fiera despertó este Verduzco. Narrador en primera persona de Vendrán por ti y en la que, al tiempo de regalarnos una pulsante historia, pareciera susurrarnos al oído, distantes los empeños magisteriales, la verdadera cuestión de la literatura. Una travesía donde se ejercitan memoria y redención.
Vendrán por ti es una narración llena de detalles, variedades de cabos sueltos que contienen tras de sí otras grandes historias, pero que en su compromiso por seguir los atropellados pasos de Matías adquiere un todo que recupera tiempos digamos que no muy lejanos. Aquellos días previos a la gran ruptura que significó para el sistema político mexicano la formación de la Corriente Democrática, encabezada por Cuauhtémoc Cárdenas, siempre en el marco de las congojas amorosas del propio Verduzco. “Me abandonó mi mujer, me persiguen los apaches, y encima no puedo terminar mi libro”.
La novela incorpora además el aún vigente dilema sobre la autenticidad de la imagen de la Virgen de Guadalupe y de los bandos en su pugna; la tradición mexicanista, anterior a la llegada de los españoles, y la radical y conservadora visión sobre el verdadero milagro del cerro del Tepeyac. Médula en la que estará plantado Matías, producto de la reciente publicación de un libro, relato novelado sobre la misteriosa desaparición de la vieja tilma.
Amenazado con tétricos correos que a cualquiera le helarían la sangre, “la mejor caricia es de la mano que dará la bofetada”, nuestro timonel Matías nos llevará a París, al mismísimo departamento que ocupó el sociólogo marxista Nicos Poulantzas y de ahí a las travesías que conforman el llamado Camino de Santiago, donde le espera un reencuentro con su pasado. “Era el momento de recordar”.
Tú nombre está ya listo, temblando en un papel… (dixit Blas de Otero). El nombre de Matías Verduzco.