Cultura

'Carne' revela al monstruo interno de los seres humanos

Reynolds Robledo presenta su más reciente obra en el Teatro Helénico hasta el 11 de abril.

El dramaturgo, director y productor Reynolds Robledo echó toda la carne al asador para emprender su más reciente reto escénico. Reunió a un elenco de primera, a un director que admira y con quien comparte su visión del teatro y metió en “una licuadora” escénica las obras clásicas de autores que han influido en él, de Eurípides a Thomas Vinterberg, pasando por August Strindberg y Arthur Miller.

Empezó a escribir Carne hace tres años pero la pandemia impidió escenificarla, hasta ahora que se presenta los lunes y martes, hasta el 11 de abril, en el Teatro Helénico, protagonizada por Nailea Norvind, Hernán Mendoza, Adrián Ladrón y Jesusa Ochoa, bajo la dirección de Enrique Singer.

“Es una historia que siempre se me hizo muy potente, tiene que ver con la entraña, con lo visceral. Los personajes representan mucho esa idea para mí: cómo es que los seres humanos solemos aparentar lo que no somos y, una vez que la mentira es insostenible, todo se empieza a desmoronar. Lo comparo mucho con el olor, trato de que en Carne el olor se vuelva símbolo de la obra y los personajes son conscientes de ello, es algo que los afecta en sus instintos, aunque no lo huelan y, por tanto, la obra representa mucho esos secretos familiares que son un pretexto para que las cosas se pudran”, expone en entrevista Robledo sobre esta pieza de Lobos Producciones, que lidera con Ana Carolina Mancilla.

Apariencias

Carne ocurre en la cocina de la hacienda Arango, propiedad de Román (Mendoza), un empresario de la industria cárnica casado en segundas nupcias con Eva (Norvind), una actriz retirada que comparte ese espacio que incluye un matadero con Abigaíl (Ochoa), sobrina política de Eva. En medio de una fiesta organizada por Román para celebrar de manera anticipada el cumpleaños de su esposa, llega su hijo Darío, fruto de un primer matrimonio, un seductor que busca lavar sus faltas mutando en un sacerdote.

“Todos podemos llegar a ser monstruos. Dentro de una sociedad queremos aparentar estar siempre del lado correcto y tenemos las mejores intenciones; pero los personajes de Carne, por más que quieren aparentar, sentir que están en el lado correcto, como es el caso de Darío, que busca ser cura para demostrar que ha cambiado, lo hace porque está guardando algo dentro de él que lo tiene así.

“Es como el hybris de los griegos, ese error trágico con el que los seres humanos estamos marcados desde que nacemos, y la hybris es un conocimiento de ti mismo, de hasta dónde eres capaz de actuar y ser, cuando eres consciente de tus capacidades, que muchas veces son las que te hacen encerrar ese monstruo. Para mí era muy importante hablar de la contención que tienen los personajes de no querer sacar al monstruo, pero ya estamos en un momento en que ya todos somos monstruos”, explica el autor.

El diseño de escenografía es de Erica Krayer, la iluminación y mapping corre a cargo de Daniel Primo, el diseño de vestuario es de Jerildy Bosch, y la música es de Fernando Sisniega, en esta obra que permitió a Robledo y Singer ir transformando la historia en una pesadilla, en la que las paredes simulan tener arterias o venas que de pronto pueden convertirse en truenos o en una suerte de infierno.

Destaca en el vestuario un majestuoso y crudo vestido de noche blanco y un collar sangriento que Jerildy Bosch creó para Eva, que recuerda todo el tiempo heridas y crímenes en el desenlace del drama.

“Se puede apreciar inmediatamente el simbolismo de lo que refleja ese rojo en el vestido. Hay demasiados detalles, tipos de piedras con distintos tonos de rojos, unos más oscuros, otros más brillosos, incluso pueden simular como un grumo o un coágulo de sangre escupido en la tela. El toque final es ese collar diseñado específicamente para la obra, que le da algo muy especial, porque te habla constantemente de una herida abierta que existe en Eva, alguien que ya no puede simular lo que le duele”, dice el dramaturgo sobre la impresión que deja el personaje de Nailea Norvind al público.

Influencias

Robledo está consciente de la cantidad de referencias al teatro clásico que reúne su obra, pero celebra que Carne pueda defenderse por sí sola, como una creación donde él rinde homenaje a muchos autores.

“Es muy interesante que todas estas obras que tuvieron cierta influencia en mí, la gente pueda reconocerlas y, sin embargo, también ver que la obra se sostiene por sí sola, que en esta licuadora de influencias hay algo que distingue a Carne, que el público reconozca a estos personajes por sí solos”.

Además del ciclo de Edipo de Sófocles y, en especial de las Fedra de Eurípides y de Jean Racine, de las referencias a mitos ligados a la Biblia como Eva o Salomé, y de alusiones a personajes de William Shakespeare, como Lady Macbeth, Robledo revela en entrevista algunos entresijos de su tragedia.

“Una de las mayores influencias es La señorita Julia, de August Strindberg, ya que toda la obra transcurre en la cocina. Una vez que definí que el espacio tenía que ser la cocina, fue el pretexto perfecto para el simbolismo del olor, para hablar de esta intimidad que los personajes tienen al estar encerrados en ese espacio mientras está ocurriendo una fiesta afuera, a unos metros de ellos. Hay cierta sensación de morbo en la historia por cómo los personajes están actuando de maneras cuestionables y en cualquier momento podrían ser interrumpidos o descubiertos”, expone el también autor de Sie7e.

Admite que con su Abigaíl rindió homenaje a Arthur Miller por su personaje homónimo en Las brujas de Salem, pero sostiene que solo está presente por el nombre, y marca diferencias entre ambas jóvenes.

“La Abigaíl de Miller es un poco más manipuladora, consciente del deseo de venganza que tiene, que comete dentro de la historia y hacia la sociedad y el personaje de John Proctor. Y habla también de cómo alguien a esa edad que acusa. Hay una gran influencia en las películas de Thomas Vinterberg, como Festen (1998), que todo también ocurre dentro del marco de una fiesta y una reunión familiar; y también de una de sus últimas películas, La caza (. 2012)”, refiere el dramaturgo regiomontano.

Los dos personajes femeninos de Carne, interpretados por Norvind y Ochoa, son quizás los más ricos. Aunque el Roman que interpreta el ganador del Ariel 2017 por La 4ta Compañía, Hernán Mendoza, reacciona solo a sus instintos más primitivos, el sexo, la comida, el asesinato, con tanta frialdad para matar a una vaca que fue su mascota desde becerro para comérsela después, o casarse con su cuñada, como el Herodes Antipas, adúltero con la mujer de su hermano a cuya hija Salomé también deseaba.

“Están todos los personajes femeninos de la literatura, del teatro, que se me hacen más interesantes, desde –como mencionas– Lady Macbeth y Salomé, hasta una Hedda Gabler (el personaje de la obra homónima de Henrik Ibsen) o La señorita Julia. Salomé, en esa cosa de querer algo, de poseer algo a cambio de ella misma. Me resultó interesante cómo una actriz como Nailea Norvind, que tiene todo ese bagaje, también lo reconoce; desde que leía en los ensayos me decía: ‘Este personaje es como una Hedda Gabler, como Salomé’. Eso le emocionaba mucho, sentir de pronto que tenía toda esa capacidad y posibilidad de jugar con el personaje de Eva y llevarlo a sus últimas consecuencias”, dice Robledo.

Agrega que la mitología griega está muy presente en la obra, en particular por los personajes de Fedra y su hijastro Hipólito, en alusión a la relación de la Eva de Nailea Norvind con su hijastro y sobrino, el Darío que interpreta Adrián Ladrón, ganador del Ariel a Mejor Actor en 2017 por La 4ta Compañía.

“Incluso, Fedra es hermanastra de Minotauro, que es asesinado por su esposo Teseo. Todo ese cosmos que existe en Carne no es nada gratuito, en que se dedique Román a la industria cárnica y que mate vacas tiene esta alegoría al Minotauro muy sutilmente. Juego también con la religión, Eva ya es un nombre bíblico, que habla de esta primera mujer, del deseo, del pecado. Darío, además, tiene 33 años (como la edad en que murió Jesús). Hay paralelos que son guiños a la Biblia, a los griegos, a Shakespeare, a Strindberg, hasta llegar a clásicos modernos como Miller.

“Fue una forma de jugar para poder apropiarme de estas obras y contar una historia que sentí mía, propia, no sé si llamarla original, pero que al menos necesitaba contar. No fue solamente tomar un mito de pretexto y hacerlo moderno; a partir de ciertas coordenadas que yo intuía sí encontré algo en los personajes de Carne que me motivaba mucho a contar. Y con la mano de Singer como director, que ha sido un placer volver a trabajar con él”, concluye Robledo al recordar el trabajo conjunto en Réquiem.

PCL

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José Juan de Ávila
  • José Juan de Ávila
  • [email protected]
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.
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