Las imágenes revelan que el eje de la mancha roja gigante en la atmósfera de Júpiter continúa disminuyendo este año, estimándose en cerca de 240 kilómetros más corto de lo que era en 2014.
La gran mancha se ve menos ovalada y más circular, pero el color rojo que la caracterizaba está palideciendo a un tono naranja, mientras que en el corazón de la tormenta se observa un inusual y tenue filamento que se extiende por casi todo su ancho.
Los vientos de Júpiter serían de aproximadamente 540 kilómetros por hora y se observa una característica curiosa: una onda similar a las baroclínicas que se forman en la atmósfera de la Tierra donde los ciclones se están formando.
Esta onda, ubicada en el norte del ecuador del planeta, ha sido vista sólo una vez antes, cuando la nave espacial Voyager 2 capturó tenues imágenes hace décadas, en 1977.
“Hasta ahora, habíamos pensado que la onda vista por el Voyager 2 habría sido una casualidad”, admitieron los astrónomos y señalaron que probablemente la onda se forma debajo de las nubes de Júpiter y luego se levanta por arriba de ellas.
Las últimas imágenes, tomadas durante un período de 10 horas el pasado 19 de enero, permitió a los científicos crear los dos nuevos mapas de Júpiter y en estos se pueden determinar diferentes fenómenos en su atmósfera, como la velocidad de los vientos.
“Cada vez que miramos a Júpiter, obtenemos tentadoras pistas de que algo realmente fascinante está pasando. Esta vez no es la excepción”, sostuvo la doctora Amy Simon, del Centro de Vuelo Espacial Goddard.