Los médicos de México contarán con un método innovador para evitar la muerte de mujeres en el posparto; la técnica Rodríguez-Bosch consiste en dejar la placenta en su lugar —tras el nacimiento de un bebé— y esperar el tiempo adecuado para extraerla. Ésta es una forma de evitar hemorragias en pacientes con acretismo placentario, aseguró el doctor Mario Roberto Rodríguez Bosch, jefe del Departamento de Obstetricia del Instituto Nacional de Perinatología (Inper).
En los últimos 50 años el acretismo placentario ha incrementado su prevalencia hasta 10 veces y se presenta en su mayoría en mujeres a las que se les han practicado más de dos cesáreas o que han tenido intervenciones quirúrgicas de algún tipo o legrado.
Los doctores están interesados en dar a conocer esta técnica por diversos medios e informaron que las puertas del Inper están abiertas para capacitar a todo obstetra que requiera adquirir conocimientos de esta técnica. "Lo ideal es que se detecte el Acretismo placentario y la paciente se atienda en un hospital nivel 3 donde hay todo lo necesario, pero con este conocimiento un médico puede aplicarla en zonas de difícil acceso para después trasladar a la paciente", señaló Rodríguez Bosch, quien lleva 11 años trabajando con esta técnica. Hasta la fecha han a tratado 30 pacientes; ninguna falleció.
Norberto Reyes Paredes, subdirector de Ginecología y Obstetricia del Inper, explicó que son dos tiempos quirúrgicos para tratar un mismo problema: la primera parte, que se puede realizar en cualquier hospital, es en el nacimiento del bebé en el cual no se extrae la placenta y se pone medicamento —que es la quimioterapia Metrotexate— directamente en el cordón umbilical.
En la segunda parte la paciente se mantiene hospitalizada y después, mediante estudios de sangre, se decide el tiempo adecuado (alrededor de 15 días) para continuar con la embolización por radiología intervencionista, que es donde se quita la placenta y matriz sin complicaciones. Ésta debe realizarse en un hospital que cuente con alta tecnóloga y cirujanos más entrenados.
En casi todo el mundo, principalmente en EU, esta intervención se realiza en un solo momento, "lo que es una catástrofe", toda vez que la placenta está pegada no solo a la matriz sino a la vejiga e intestino, por lo que al extraerla lleva un pedazo de los demás órganos lo que complica el parto.
"Es una cirugía que no preserva la fertilidad, pero salva la vida; además, reduce entre 80 y 90 por ciento el flujo sanguíneo del útero de tal manera que la paciente sangra 10 veces menos que si la operación se realizará en un solo procedimiento", dijo Rodríguez Bosch.
Alrededor de 25 por ciento de las muertes maternas en el país es por hemorragia obstétrica, pero desde 1993 en el Inper no ha habido ninguna por dicha causa. Tampoco se han registrado decesos desde septiembre de 2014 por ninguna otra complicación.