A veces no comparto las noticias de feminicidios en mis redes sociales, porque siento una profunda vergüenza de lo que mis amigos extranjeros puedan opinar de mi país. Pensarán que somos una turba de salvajes sin control —me digo—, sumidos en un baño de sangre impronunciable y que México, nuestro adorado México, ha caído muy bajo, a una espiral de violencia donde las mujeres son las víctimas más frecuentes. Desafortunadamente, eso es cierto.
Las causas de esta violencia son multifactoriales y es tema para uno o varios artículos aparte. Lo que es un hecho es que existe un clima de permisibilidad absoluta contra la mujer, ausencia de un marco de apoyo legal, corrupción, falta de autoridad del Estado, y una increíble insensibilidad para tratar la violencia, ya sean abusos, violaciones o feminicidios. Todo el sistema es patriarcal y abandona a la mujer en su vulnerabilidad.
Ser mujer en México hoy significa que no hay espacio donde no peligre su integridad física o moral. Las mujeres y las niñas son susceptibles de sufrir inseguridad en la calle, en un taxi, en el trabajo, en su hogar y hasta en el ciberespacio.
En México, las niñas son discriminadas o molestadas en las escuelas por compañeros, maestros o directivos; en las oficinas, los jefes se sienten con derecho de acosar sexualmente a las empleadas, amenazadas con que, si denuncian, perderán el empleo. También se las hostiga en su decisión de reproducción: si se embarazan, las corren.
En el transporte público, muchas hemos sido agredidas por los varones que se nos pegan para restregar sus genitales de manera cínica, para excitarse, y luego, eyacular.
"Ser mujer en México hoy significa que no hay lugar ni hora donde puedas estar segura"
En la calle, tampoco estamos seguras, porque podemos ser secuestradas, manoseadas o agredidas con vulgares piropos que suelen tener un alto contenido sexual, que no halagan, sino ofenden. En el ciberespacio las mujeres y las niñas también están bajo amenaza no solo de ser víctimas de trata, sino simplemente acosadas, chantajeadas por el mal uso de fotografías íntimas, y abusadas verbalmente en correos de odio, o mensajes.
Ser mujer en México hoy significa que no hay lugar ni hora donde puedas estar segura. Que, si eres madre, y tienes una hija, no puedas dormir tranquila, si ella sale de noche, o se vea obligada a avisar todo el tiempo dónde está y con quién, a riesgo de perder su derecho a la privacía.
Si tienes un accidente automovilístico, sentirás pánico de tener que presentarte a una oficina del Ministerio Público, mucho menos a denunciar una golpiza o una violación. Tampoco estarás segura en el hogar, si tu pareja ya ha mostrado signos de violencia, y si eres niña no lo estarás al lado de parientes masculinos. En la universidad, tus profesores te denostarán, te reclamarán haberte metido a estudiar una carrera de “hombres” y te harán comentarios acerca de tus piernas, o de que puedes obtener una buena calificación a cambio de ciertos “favores”.
El feminicidio en México llega a cifras pavorosas, pero es la punta del iceberg, de un problema que se extiende a las raíces de nuestra realidad. Abajo hay muchas capas, como la venta de niñas, por un cartón de cervezas. Ser mujer en México es vivir en zozobra, con miedo de no regresar a casa, sana y salva; es ser ciudadano de segunda, percibida como un objeto desechable, de poca monta y sustituible.
Ya no quiero tener vergüenza de ser hoy una mujer en México, por eso grito: basta.
ÁSS