En entrevista, Gabriela Escobar comparte detalles sobre el proceso creativo detrás de Si las cosas fuesen como son (publicada por Hachette), su primera novela, tras haber sido reconocida con el Premio Onetti. Escritora, poeta y música, Escobar traza los vínculos entre la oralidad, la poesía y la narrativa fragmentada que componen su obra.
Gabriela multifacética artista
Samantha: Primero, platícame un poco de ti como artista. Más allá de esta primera novela eres poeta y música. ¿De qué manera esto influyó en tu obra?
Gabriela: En realidad, en mi vida empecé a escribir cuentos desde muy niña. Antes de escribirlos, me gustaba la oralidad, jugar a contar cuentos. Luego apareció la música; comencé a hacer canciones, letras de canciones. En relación a la poesía, lo que pasó es que publiqué antes poesía, pero eso no significa que haya escrito antes poesía que otra cosa. Siempre escribía narrativa. La música es una práctica que es un asunto inseparable de la escritura, la importancia del sonido. No es una búsqueda intencional, es algo que para mí sucede. Yo estudié piano, y siempre me interesó como un elemento rítmico. Inseparable la música con la escritura.

S: Estás estudiando una maestría en escritura dirigida por María Negroni. ¿Cómo ha sido esa experiencia? ¿Y cómo ves el panorama literario en Uruguay?
G: No sabía mucho de la maestría. Yo creo que en Uruguay sí hay oportunidad para desarrollarse en la escritura. Creció mucho la comunicación entre quienes escribimos, pero escribimos con una red de texto que se está vinculando con lo que se escribió antes. En los últimos años aparecieron más editoriales independientes y empezaron a llegar más libros de otros países. Nada te asegura migrar o quedarte en un lugar, pero lo bueno es que, estés donde estés, hay oportunidad de hablar con otras culturas, de conectarte con festivales. Lo que más me gusta es publicar en otros países.
¿De qué va Si las cosas fuesen cómo son?
S: El libro es una compilación de historias familiares desde una sola perspectiva. ¿Qué tanto podemos creerle a nuestra protagonista cuando describe a su madre como un ser despreciable y malévolo?
G: El personaje de la madre empezó a parecerse a un personaje del folklore, que protege algo y que tiene cierta ternura. Pero es necesario este matiz: son personajes un poco arquetípicos y extremos. Hay un momento en que la narradora tiene una fisura y se pregunta si no es ella la malvada (y no la madre). Es ahí donde se puede romper algo que construiste muy sólidamente. Contar una historia de muchas maneras. Puedes creerle o decidir no creerle, siempre hay un recorte. Es la vivencia de ella, dándose cuenta de que quizá necesita airear, alejarse, mirar lejos, despegarse de ese horror. Son gestos de entrar y salir de una persecución.
Conoce nuestra novedad de H Voces "Si las cosas fuesen como son" de Gabriela Escobar Dobrzalovski; una novela intensa emocionalmente y con una voz única.
— Hachette Livre México (@hachettelivremx) July 7, 2025
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S: A lo largo de la novela seguimos a una mujer que nos cuenta retazos de su vida sin una ilación concreta. ¿Por qué contar la novela desde esa perspectiva?
G: Iban apareciendo. Es un desarrollo más horizontal, como si fuese un dibujo, ir y leer en varias direcciones. Me he dado cuenta de que resignificaba el orden. No era lo mismo si lo acomodaba distinto, pero empezaban a vincularse por sí mismos. Ir escribiendo e ir leyéndome, qué cosas aparecían. Algo creció, lo rescato, lo continúo. La trama aparece mezclada. Vuelvo a insistir con la constelación.
S: Los hombres en la novela son vistos como figuras que incomodan, desde los chicos que invitan a salir hasta el padre. ¿Había un propósito detrás de esto?
G: Yo tengo el recuerdo de salir de noche en Montevideo con mis amigas, y era bastante incómodo porque nos sentíamos observadas por hombres, chicos y grandes. Nos mostrábamos muy disfuncionales para que el otro te deje en paz. En otros países otras mujeres también lo hacían: si me salgo del patrón, quizá me dejan. Me interesaba explorar el vínculo corporal entre padres e hijos cuando crecemos: qué pasa con la piel, con el tacto. Ese padre que no puede vincularse con la hija como cuando era niña.
S: El incesto, la sordera y la guerra son temas recurrentes en la novela. ¿Cómo decidiste entrelazarlos?
G: En relación a la sordera, es algo que hila estos fragmentos. Tiene que ver con el sonido, aparece en esta constelación del sonido. Era una manera de quedar aparte como salvación, de salirse. Aparecen estos personajes sordos que de alguna manera están impedidos de escuchar, y esto hace que los demás queden fuera. La oreja no tiene párpados; los sordos tienen esta facultad permanente de no escuchar. Y como cualquier situación genera una narrativa diferente, piensan y cuentan una historia distinta. La sordera es cristalización de algo que no puede ser dicho o escuchado.
¿Cómo surgió el estilo de la novela?
S: El lenguaje de la novela es sumamente poético. ¿Elegiste este estilo de escritura o surgió naturalmente?
G: Surgió en la escritura que hizo a la voz narradora y al personaje, porque esta narradora necesitaba esa voz: por su pensamiento, su percepción sensorial, su forma de estar en el mundo. Esta prosa poética, más allá de que se cuenta una historia que empieza y termina con una estructura clásica, para mí lo más importante era la voz y el ritmo. Comencé a pensar la escritura como una constelación, un conjunto de estrellas que desde cierto punto de vista se agrupan. Y hay algo del punto de vista de la narradora que es muy fuerte.
S: ¿Qué lecturas te acompañaron durante la escritura de la novela?
G: En ese momento estaba estudiando en Montevideo y leía textos en proceso de mis compañeros. Son lecturas muy distintas, se aprende mucho. Hay cosas que leemos después que nos pueden influenciar hacia atrás. Hablaré de Borges, de su ensayo breve Pensar al revés, un texto que he leído después como si me hubiera influenciado en ese momento. En la escritura de este libro apareció mucho el mar, el cielo, árboles frutales, que traen respiros y belleza. Bailando pedazos de belleza con pedazos de espanto.
S: ¿Cómo te sientes de que esta novela esté alcanzando públicos de otros países como México? ¿Crees que la localidad desde donde se lee cambia la perspectiva?
G: Me han escrito algunas lectoras, he recibido mensajes, pero es muy reciente la publicación. Se tocan otros mensajes y de otras formas, de otros países. Siempre es algo que me da curiosidad. Cambia la lectura según el contexto. Hay cosas que son similares y cosas que no, pero recién empiezo a conversar. Me emocionó mucho la lectura de Isabel Zapata, me gustó mucho el prólogo. Me gustaría mucho ir y poder conversar. Me encantaría ir a México.
S: ¿Querías publicar esta novela desde el inicio?
G: Al principio, mientras la escribía, no. Pero una amiga me dio el empuje y pensé en publicarla. Ahí apareció el Premio Onetti, que ganó. Se publicó en Chile. Las primeras dos semanas de publicación en Uruguay me sentía así como “Bueno, ¿qué hice?”. Pero la publicación te puede acercar a otras personas que escriben, y van apareciendo más lecturas.
OV