B.B. King, el Rey del Blues, abrevó de la tradición y bebió de muchas otras fuentes para crear una obra que ha influido en grandes músicos contemporáneos.
Blues. La música del Delta del Mississippi, publicado por la editorial Turner, es la historia de un sonido que ha trascendido sus fronteras rurales para instalarse en el corazón del mundo. Entre sus muchos héroes, sobresale Riley B. King, el Blues Boy que llevaría esta música a un nivel de insospechada versatilidad sin renegar nunca de sus raíces.
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Granjero convertido en guitarrista, King nació el 16 de septiembre de 1925 en una plantación de algodón y murió el 14 de mayo de 2015 en Las Vegas, a cuatro meses de cumplir noventa años. Vivió tiempos difíciles, pero desde niño descubrió el amor por la música que, después de un largo camino, de éxitos locales, de giras interminables y estrecheces económicas, lo convirtió en el auténtico Rey del Blues gracias a álbumes como The Thrill Is Gone (1970), el más exitoso de su larga carrera.
B. B. King siempre persiguió la fama, buscó salirse de los estrechos márgenes de la llamada “música racial” y llegar a públicos más amplios. Lo logró cuando las nuevas generaciones comenzaron a elogiar su manera de tocar la guitarra y la profundidad de su canto. De esta manera se convirtió en ídolo de feligreses del blues como Eric Clapton.
Antes de conocer a Clapton, B. B. King tuvo un encuentro épico con Jimi Hendrix en el Club Generation el 15 de abril de 1968. Fue —dice Teo Gioia en su libro sobre el blues— una especie de cumbre de guitarristas. Dos genios frente a frente, un encuentro mitológico, con Paul Butterfield en la armónica, que mantiene vigente toda su potencia y belleza.
La admiración por B. B. King fue en ascenso con el paso de los años. Su actividad incesante y curiosidad insaciable lo llevaron a conocer y experimentar con diversos sonidos, a pulir su oficio hasta la perfección. John Lennon dijo que le gustaría tocar como él y el grupo irlandés U2, en la cúspide de la popularidad, lo tuvo como inapreciable aliado.
B. B. King tocó con Ringo Star, Steve Winwood, Dr. John, Leon Rusell, Carole King, los Rolling Stones, Van Morrison, Elton John y muchas otras estrellas. Sin embargo, nunca dejó de bucear en los orígenes del blues y en rendirles homenaje a los viejos maestros como Louis Jordan, demostrando su capacidad para convivir con las deidades del rock sin abandonar el espíritu primigenio del blues.
Durante toda su carrera, B. B. King ofreció cada año más de doscientos conciertos; en su juventud llegó casi a los trescientos. Un ritmo extraordinario que sostuvo casi hasta el final. Las giras le permitieron mantenerse en contacto con el público y, a pesar de la diabetes diagnosticada en 1990, conservó intactas las facultades que lo llevaron al pedestal del Rey del Blues, que interpretó con las cuerdas de su amada Lucille (que en realidad fue el nombre que dio a todas sus guitarras), pero también y sobre todo del alma.
Blues. La música del Delta del Mississippi recorre paisajes y batallas y dedica páginas emotivas al gran rey del género: B. B. King, que tiene entre sus más de setenta álbumes algunos verdaderamente clásicos como Live at the Regal (1964), “que influyó a toda una generación de guitarristas, y hoy está considerado uno de los mejores álbumes de blues de todos los tiempos”, de acuerdo con Wikipedia.
En 1992 visitó México para presentarse en el Auditorio Nacional, entonces, en una entrevista publicada en el desaparecido periódico El Nacional, le dijo a Xavier Quirarte: “No me considero una estrella, solo me veo como yo mismo, como una persona que trata de hacer feliz a la gente”. Le dijo también: “Antes de comenzar cualquier concierto siempre estoy nervioso. Alguien me dijo que no es posible evitar los nervios porque no conoces el auditorio ante el que vas a tocar. Cuando tocas quieres complacer a todos para que estén felices, pero a la vez debes ser tú mismo. Eso es lo maravilloso: lograr que la gente la pase bien y que sigas siendo tú mismo”.
A cien años de su nacimiento, B.B. King sigue siendo el único e indiscutible Rey del Blues.
AQ
