La iniciación en la lectura en cada persona tiene un rastro que de seguirlo, se llega a los momentos que enterraron profundamente ese gusto que persiste tras el tiempo. El escritor y analista mexicano Héctor Aguilar Camín compartió con sus seguidores recuerdos que le fomentaron el hábito por leer, esto en la Conversación sobre el placer de la lectura, que se realizó dentro del marco de la 29 Feria Internacional del libro de Guadalajara.
Primero narró que la lectura le llegó en la adolescencia de una manera compulsiva, en forma de obsesión cuando estaba sitiado por la quiebra familiar, la mudanza de ciudad y por una "inadecuación profunda con mi propio ser", dijo frente al salón colmado de gente. Detalló que el placer de leer corresponde al placer por fugarse de sí mismo, de experimentar una liberación, por encontrarse en ese gigantesco espejo que halla en los libros y sigue acercándose a los libros por el mismo impulso de "ver si ahora si me saca".
Pero conforme avanzaba el diálogo con la presentadora Silvia Lemus, se remitió a un antiguo recuerdo de su madre y su tía, dos mujeres importantes en su vida que practicaban el arte de conversar en la sobremesa.
"Como una colección gigantesca de historias, como una gran novela que no acaba de estar ensamblada donde aparecían en primer lugar los padres, los abuelos, luego las infancias, el mundo de la política, de los pequeños pueblos en donde habían vivido, primero en un ingenio azucarero en Cuba después, en este pueblo ahora más tecnológico que real que se llamaba Chetumal, que era un pueblo de ocho cuadras por ocho cuadras", relató.
Y dijo que esos pequeños mundos de los que obtenía historias interminables, lo hicieron un lector pues tenían además la virtud de que no eran inventadas "en el sentido de que habían sucedido realmente. Pero eran inventadas realmente porque las contaban con una solvencia y con una continua mejora como si cada versión, añadiéndole detalles y perfeccionándola".