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Jonathan Shaw o el oficio de sobrevivir gracias a la palabra

Notivox te invita a leer un adelanto de la primera novela del escritor norteamericano, publicada en 2008, que enamoró a personajes como Iggy Pop, Marilyn Manson o Johnny Depp.

Los tatuajes que pueblan su cuerpo y lo acompañan como una forma de ganarse la vida podrían ser las cicatrices de lo que ha vivido el escritor Jonathan Shaw, quien no calla los problemas que lo han acompañado a lo largo de sus ya 64 años de vida.

Nacido en Los Ángeles, fruto de la relación entre la leyenda del jazz, Artie Shaw, y la estrella de Hollywood, Doris Dowling, Shaw reconoce que en su infancia vivió en un mundo de fantasía, lo que después se convirtió en una adolescencia de drogadicción “y muchas cosas más que respondían a mi necesidad de fugarme de la realidad”.

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“Desde pequeño siempre quise profundizar en otros mundos, una curiosidad nacida del alma, no sé. Para mí, la literatura siempre fue un alimento; después de haber vivido mucho y haber experimentado muchas aventuras y diferentes estados de conciencia, a los 40 años llegué a un punto de conciencia en el que me di cuenta que debía contar mis historias, si no me moría: yo siempre había sido escritor, pero sin destino, sin rumbo, sin idea”, dijo en entrevista el escritor estadunidense, presente en el Hay Festival Querétaro.

Parte de su historia se refleja en su primera novela, Narcisa, publicada en inglés en 2008, en una pequeña editorial independiente de los Estados Unidos, pero obtuvo comentarios positivos de personajes como Jim Jarmusch, Iggy Pop, Marilyn Manson o Johnny Depp.

Convertida ya en un clásico de la literatura underground, Editorial Sexto Piso lanzó su versión en español, lo que coincide con su reedición en la Unión Americana.

La escritura como salvación

Jonathan Shaw se declara un lector temprano, pero la escritura forma parte de una necesidad más íntima, “una necesidad del alma: no soy escritor por opción profesional, no estudié la escuela, no tengo un background intelectual, de no ser porque desde chico siempre fui muy curioso, me involucraba con la literatura pero como una forma de alimentación”.

“Para mí, una cosa alimenta a la otra: como escritor, como ser vivo, una cosa no existe sin la otra. Para otros puede ser una actividad intelectual, para mí no lo es: es una actividad integral, que conjunta mis experiencias de vida, toda la carga vital que uno lleva por la vida, por su pasado, por su historia, por su visión —que es única para cada uno—”.

Narcisa cuenta la destructiva historia de amor-adicción entre Cigano, expresidiario y yonqui rehabilitado, y Narcisa, una jovencísima e impetuosa prostituta brasileña, enganchada a la drogadicción, teniendo como escenario a un “Río de Janeiro violento y deslumbrante como escenario fantasmagórico, casi ultramundano”.

A los 19 años de edad, Shaw buscó nuevos caminos: llegó a Centroamérica y Sudamérica, en Brasil vivió muchos años, al grado de considerar que en su persona se funden el pensamiento estadunidense y el brasileño, si bien desde hace algunos años se instaló en México como tatuador.

“Hasta hoy escribo, soy contador de historias y hago eso por necesidad, no como una opción. Hay artistas que crean arte… a mí siempre me han gustado los escritores que lo hacen de una forma salvaje, brutal y necesaria para su desarrollo como seres vivos: la escritura como una salvación”.

“Para mí es un camino que me lleva al autoconocimiento, a la aceptación de determinadas cosas que, sin esa posibilidad, sería inaceptable. Como artista veo el mundo de una forma hipercrítica. Mucha gente está guiada por su vida, pero no cuestiona, no se pregunta qué pasó aquí, por qué está el ser humano sobre el planeta como un cáncer, destruyendo a nuestra madre.”

Cuando Jonathan Shaw contaba con 40 años de edad llegó a una parte del infierno. Lo necesitaba, asegura el tatuador, porque sólo de esa manera se vio en la necesidad de asomarse en busca de ayuda. La literatura llegó, por ello es que en Narcisa están algunos de los demonios que lo acompañan, pero no se trata de un trabajo ya terminado.

“En la novela saqué a muchos de mis demonios, pero no es un trabajo concluido, es para toda la vida, porque todos estamos enfermos de alguna manera. Todos los que estamos en esta tierra vivimos con enfermedades, cómo curar esas heridas que llevan al alcoholismo, a la drogadicción, a la perversión sexual… hay que examinar las raíces de esos males, para uno liberarse: para ser libre, uno tiene que reflexionar.”

“Entonces debemos abrir los portales del infierno. Para mí la literatura ha sido muy importante: hay muchos caminos que nos llevan hacia el infierno y muchos otros que nos llevan hacia la liberación”.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de Notivox DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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