Avelina Lésper, directora de Notivox Arte participó en el conversatorio ¿Qué hacemos con el arte?, que se realizó el jueves por la noche en el Centro Vlady, como parte del Foro Internacional Aciertos y Retos de la Difusión Cultural y Extensión Universitaria.
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La crítica de arte afirmó que la belleza, al igual que las artes plásticas, se ha mantenido en constante evolución y que en la actualidad se está categorizando a la belleza como algo “bonito”.
“Estamos considerando bello a cosas como Yayoi Kusama, Takashi Murakami o Jeff Koons, verdaderas aberraciones del consumismo, y que además dicen que la belleza es un valor burgués y es una mentira porque la belleza es un valor intelectual que es increíblemente difícil de alcanzar”.
Dijo que el arte se está enfrentando a un mercado-cómplice que se vale de cualquier cosa para vender y que muchas de las personas en formación para generar arte no suelen tener acceso a los grandes museos porque “existe la etiqueta de arte contemporáneo”. [OBJECT]
“El arte contemporáneo es un término que inventó Christie's para vender un montón de obra y ellos decidieron en dónde empezaba el arte contemporáneo. Ellos establecieron el límite de arte contemporáneo”, dijo.
Mercaderes y dinero limpio
En la charla también estuvieron presentes Claudio Albertani, profesor e investigador, e Ingrid Suckaer, crítica e investigadora de arte contemporáneo, quien recalcó que hay arte que se está manifestando desde las periferias y que no pertenece a los grandes consorcios, “mercaderes del arte que sirven para el lavado de dinero”. Afirmó que es importante hablar de belleza, pero desde los diferentes parámetros que existen en la actualidad.
Avelina Lésper, por su parte, indicó que hay obras que se sustentan en intenciones sociales que van desde los acontecimientos políticos más inmediatos, hasta las luchas de género y que forman parte del “mercado especulativo”.
“Tragedias como los asesinatos del narcotráfico o Ayotzinapa soportan un alud de obras penosas en su propuesta. Cargan con el oportunismo de grupos que viven del activismo de ocasión, que se suben al carro de la desgracia para llamar arte a su mediocridad. Las luchas de género están representadas por artistas tan mediocres que desprestigian una deuda que ni el Estado ni la sociedad ha reparado; el feminismo se impone como cuota en los museos con obras que no salen del lugar común, que humillan al arte y a las mujeres”. [OBJECT]
A la pregunta de ¿Qué hacemos con el arte?, Lésper propone “decir abiertamente que ni el discurso, ni las intenciones, ni las grandes sumas de dinero convierten en arte a objetos sin inteligencia, factura y belleza. Que la condición de arte está por encima de intereses ideológicos y económicos”.
“Dejemos la hipocresía de las buenas intenciones y aceptemos que el arte está padeciendo a sus mercenarios, gente que lo ha convertido en un instrumento ideológico y económico, que han hecho de su mediocridad un arma y que son artistas del chantaje social”.
La crítica de arte consideró que lo que hace a un artista es el trabajo y que quienes se preparan para ser artistas deben enfrentarse a una realización responsable, con la mejor técnica y tomando riesgos; con el compromiso de aportar algo, no con el propósito de cambiar al mundo, sino porque tal vez cambie algo de manera individual.
La directora de Notivox Arte considera que los espectadores deben observar el arte, analizarlo y decir qué piensan sobre él, mientras que “los artistas tienen la responsabilidad de tomar riesgos y experimentar con lo que su propia capacidad puede dar”.
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