El 21 de octubre de 2012 murió el dramaturgo venezolano Rodolfo Santana, maestro de muchos escritores de teatro de su país y de Latinoamérica. El número 168 de la cincuentenaria revista cubana Conjunto, consignaba la muerte de Santana y reunía a sus amigos (Alberto Ravara, Roberto Ramos-Perea, Mauricio Kartún, etc.) que lo recordaban con júbilo, celebrando su humor e irreverencia. En México la dramaturgia venezolana (y muchas otras) es una perfecta desconocida y los textos de Rodolfo Santana han circulado poco, como los de Ignacio Cabrujas, Román Chalbaud, Isaac Chocrón y otros. Ya no digamos las ya no tan nuevas generaciones de quien sólo conocemos a Gustavo Ott. Éste último, alumno querido de Santana, me contaba cómo el maestro, cuando se sentía insatisfecho con alguna obra que estaba escribiendo cometía “obricidio”. Agarraba su única copia escrita a máquina y se internaba en las olas del mar atlántico para ahogarla, o bien la aventaba a un barranco o le prendía fuego. Es una pena no conocer más de Santana, sin duda.
Por ello la tenacidad del grupo Máscara Neutra por dar a conocer Encuentro en el parque peligroso bajo la dirección de Ana Cordelia Aldama es importante para acercarnos a Santana, si bien es una obra escrita en 1978. Otras que se han puesto en México que me vengan a la memoria son La farra, La muerte de Alfredo Gris y Baño de damas. Encuentro en el parque peligroso es un texto que se emparenta con Antígona en Nueva York de Janusz Glowacki o La historia del zoológico de Edward Albee y nos presenta la historia de dos personajes al límite encontrándose en la banca de un parque. La desesperanza y el deterioro del mismo espacio urbano son la metáfora que empuja a los personajes a una estructura que sigue siendo sorprendente.
La puesta en escena de Aldama procura trabajar la ambigüedad que el texto propone y me parece que está comprendido en esencia. Sin embargo, hay decisiones artísticas que la directora no ha tomado del todo y que son preocupantes. La pretendida naturalidad de las actuaciones no sólo contrasta y chirría con la producción tan de a mentiritas sino que se vuelve un contrasentido con el manejo de la violencia en escena que resulta mal resuelta y todavía más “mentirosa”. Las actuaciones de Cinthya Castillo y Samuel Escobar están muy bien pero corren el mismo riesgo que la puesta: no tomar una decisión radical que las oriente y las defina. Son minucias corregibles y vale la pena verla.
Foro del Tejedor de la cafebrería El Péndulo Roma, todos los miércoles hasta el 23 de abril, 20 horas.