A sus 13 años, la vida para el protagonista de esta novela, Jasper, el mundo es de tonos distintos.
El padecimiento mental de asignar un color a las palabras, música, días de la semana, voces, la sinestesia, se adhiere a la ceguera facial, que es el impedimento de reconocer la cara de la gente.
De manera que todo cuanto asume Jasper obedece al círculo cromático y a la confusión, pues en este thriller, un asesinato lo lleva recorrer lugares que le dicen algo, y más si se trata de su vecina, una chica problemática que lo hará cuestionarse su pasado inmediato y un futuro con colores inquietantes, oscuros y dinámicos.
Sarah J. Harris ofrece en “El color del asesinato de Bee Larkham” (Lince), cómo la sinestesia y la ceguera facial ofrecen respuestas a un misterio envuelto en mil tonalidades.