Fundación Japón en México exhibirá en Cineteca Nacional un ciclo de 12 filmes para mostrar el desarrollo del cine japonés de terror desde mediados del siglo pasado hasta el presente, con la premisa de que el público mexicano ama ese género, pero los consorcios comerciales no lo exhiben en sus salas.
De Fundación Japón, Kon Ikuko, coordinadora de Cine, y Ana Solís, su par de Actividades Culturales, explican que el interés de la institución es que los mexicanos puedan descubrir más el cine de terror japonés, no sólo en sus títulos recientes, de los que Hollywood ha hecho remakes, como El aro (1998) o Agua turbia (2002), sino la historia del género en el país asiático y cómo éste se ha ido desarrollando.

¿Qué películas se proyectarán en el ciclo de cine de terror en la Cineteca?
“Lamentablemente no hay mucho cine japonés que llegue a las pantallas en México; el que llega generalmente es anime o los blockbusters. A Fundación Japón le interesa que la gente conozca todas las propuestas”, expuso Solís a MILENIO sobre el ciclo a proyectarse del 15 al 27 de julio en sala 2 de Xoco.
“Para poder llegar a ese objetivo traemos películas clásicas de la época del cine de oro japonés, que están en 35 milímetros, generalmente filmadas en blanco y negro; son películas ya un poco antiguas, pero que han marcado la historia del cine no solo japonés, sino global. Las trajimos para que los cinéfilos y nuevos públicos puedan descubrir estas grandes películas (de terror)”, añade la experta y destaca que Japón es el cuarto país productor de películas en el mundo, con más de 200 estrenos al año.
El ciclo abre con La mujer perdida (Ugetsu, 1953), de Kenji Mizoguchi. Sigue con Historias de fantasmas de Yotsuya (Tokaido Yotsuya Kaidan, 1959) e Infierno (Jigoku, 1960), de Nobuo Nakagawa; El fantasma de Yotsuya (Yotsuya Kaidan, 1959), de Kenji Misumi; El más allá (Kwaidan, 1964), de Masaki Kobayashi; La cara de otro (Tanín no Koo, 1966), de Hiroshi Teshigahara; El clan Inugami (Inugami-ke no Ichizaku, 1976), de Kon Ichikawa; Cure (Kyuo, 1997) y Pulse (Kairo, 2001), de Kyoshi Kurosawa; Onibaba, el mito del sexo (Onibaba, 1964), de Kaneto Shindō; La casa negra (Kuroi ie, 1999), de Yoshimitsu Morita; y concluye con El complejo (Kuroyuri danchi, 2013), de Hideo Nakata.

Ciclo dedicado a los fans mexicanos
En 2024, Fundación Japón, una entidad especial del gobierno japonés creada en 1972 con la finalidad de promover la cultura japonesa en el mundo, en su colaboración anual con Cineteca Nacional y, en particular con la colaboración de Nelson Carro, su director de Difusión y Programación, proyectó la retrospectiva más completa en México del cineasta Akira Kurosawa, que Ana Solís liga al nuevo ciclo.
“En realidad, no creo que haya tanto cambio de Akira Kurosawa a este ciclo de terror japonés, porque se exploran muchos temas en éste; muchas de las películas son de la época de los samurais, como las clásicas de Kurosawa, una parte del ciclo de terror abarca también este tipo de filmes”, sostiene Solís.
“Se decidió presentar este ciclo porque en México hay muchos fans del cine de terror japonés”, añadió.
La selección cubre varias etapas de desarrollo del género en Japón desde la época en que el cine japonés se dio a conocer en el exterior, con una de las películas más famosas a escala global: La mujer perdida, conocida también como Los cuentos de la luna pálida de agosto (Ugetsu Monogatari), una de las últimas obras de uno los cineastas más célebres del archipiélago, Kenji Mizoguchi (1898-1956).

¿Qué directores japoneses son imprescindibles?
También podrán verse otros títulos de la época dorada del cine japonés, como las películas de Kenji Misumi, Nobuo Nakagawa, Masaki Kobayashi, Hiroshi Teshigahara o del maestro del género Kaneto Shindō, que curiosamente fue el guionista de Hachikō Monogatari (1987, Seijiro Koyama), la versión original del célebre akita fiel que esperó a su dueño muerto en la estación de tren de Shibuya, en Tokio, de la que el sueco Lasse Hallström hizo el remake hollywoodense de 2009 Hachi: A Dog's Tale, con Richard Gere; y Xu Ang, una versión china en 2023, que en occidente se le tituló Hachikō 2 (Batong).
El ciclo Maestros del cine de terror japonés incluye a célebres directores contemporáneos del género nacidos en los 50: Kiyoshi Kurosawa (sin parentesco con Akira), Yoshimitsu Morita y Hideo Nakata.
Ana Solís y Kon Ikuko destacan que la mayoría de las películas se proyectarán en 35 mm, como es tradición en los ciclos y retrospectivas que auspicia Fundación Japón, y tendrán dos corridas cada una.
“Empezamos con una de las primeras películas que exploraron la relación del hombre con lo sobrenatural en el cine de terror japonés, La mujer perdida; y seguimos con otras que son más o menos de la misma época, que podrían entrar en lo que se conoce en japonés como kaidan, que en una traducción literal sería como 'historia extraña o sobrenatural', que tiende a utilizar historias que son como parábolas budistas, con moraleja, que atacan actitudes sociales con consecuencias”, apunta Solís.
Agrega que estas historias pueden tener gran relación con el teatro japonés, ya sea el kabuki o el nō.
“Puede haber juegos de máscaras. O espíritus ancestrales o fantasmas conocidos como yūrei o, sobre todo, los onryō, que son los espíritus vengativos, muy recurrentes en el cine japonés. También está este personaje de mujer de pelo largo y cara blanca, que tenemos presente como la imagen de los fantasmas de filmes como Ringu (El aro, Nakata, 1998) o de Ju-on (La maldición, Shimizu, 2003)”, apunta Solís.

Un recorrido por el desarrollo del género
En las primeras películas del ciclo también están la mujer maldita o las historias de fantasmas o ugetsu.
“Este recurso se utiliza mucho y es como heredero también del teatro kabuki. Y se viene repitiendo en ciertos momentos del desarrollo de la historia del cine de Japón, incluso se retomó en los 90”, recuerda.
Solís e Ikuko subrayan que las 12 películas son un recorrido por el desarrollo del género y, aunque retoman elementos, cada una tiene peculiaridades, porque cada filme aprovecha el miedo del momento.
“Los miedos siempre representan ansiedades sociales que van cambiando con el tiempo. En las primeras películas siempre se ve el miedo a la guerra, porque son películas que se produjeron en la posguerra en Japón. Y después podemos ver el miedo a la destrucción de la estructura familiar de las comunidades. O el miedo a la tecnología, de la que cada vez somos más dependientes”, afirma Solís.
Películas como La mujer perdida, Las historias de fantasmas de Yotsuya e incluso Onibaba parten del folclor japonés, en particular. El más allá, por ejemplo, es una antología de cuatro historias basadas en la recopilación de relatos igual folcloricos de terror japonés, Kwaidan: Stories and Studies of Strange Things (1903, Siruela, 1987) que hizo el escritor y orientalista británico Lafcadio Hearn (1850-1904).
La cara del otro, adaptación de la novela homónima (El rostro ajeno, Siruela, 1997) de Kōbō Abe (autor de otra obra maestra La mujer de arena, también llevada magistralmente al cine por el mismo Hiroshi Teshigahara), El clan Inugami y La casa negra están más enfocadas al misterio y al suspenso.
El ciclo cierra con películas emblemáticas del terror japonés actual y de Kiyoshi Kurosawa, Cure y Pulse, y con El complejo, un filme de terror psicológico de Nakata en un edificio de departamentos.
"Guillermo del Toro es fan"
“En México, el cine de terror japonés es muy popular, pero se hizo popular, como en gran parte del mundo occidental, a raíz de los remakes de estas películas tan emblemáticas de Hideo Nakata, como El aro o La maldición, que cuando se estrenaron en México fue descubrir un nuevo tipo de terror, diferente al que estábamos acostumbrados (por Hollywood). Gustó mucho. Y se empezó a traer otras películas de cine de terror japonesas contemporáneas, y ahí se hizo el descubrimiento del cine de terror japonés más clásico”, añade la coordinadora de Actividades Culturales de la Fundación Japón México.
Añadió que el público mexicano ha sido muy receptivo a los filmes japoneses del género y recordó que cineastas como Guillermo del Toro se declaran fanáticos de ellas e incluso han filmado bajo su influjo.
“El cine de terror también sufre lo mismo que el de comedia, de romance o de animación: se les considera como menores o de menor calidad que el cine dramático. Sé que Guillermo del Toro es fanático del cine de terror japonés porque ha mencionado que Kwaidan (El más allá) es una de sus películas favoritas. Recordemos que también él dirigió y produjo Pacific Rim (Titanes del Pacífico, 2013), que es sobre kaijus, que son estos monstruos gigantes japoneses tipo Godzilla, de los que tiene una colección personal. Del Toro siempre ha sido fanático de las películas japonesas”, expone Solís.
Respecto al boom del cine de terror japonés a partir de los 90, que dio pie a estudios como Espectros de cine en Japón. Entre la literatura, la leyenda y las nuevas tecnologías, de Rafael Malpartida Tirado, que publicó la editorial española especializada en cultura japonesa Satori, que también ha editado numerosos títulos sobre cuentos de terror japoneses en la colección curada por Daniel Aguilar, Ana Solís y Kon Ikuko sugieren al público mexicano interesado en el género ir conocer la vasta literatura del tema en la biblioteca de Fundación Japón México, ubicada en Ejército Nacional 418, en Polanco.
hc