“No era el hombre más honesto ni el más piadoso, pero era un hombre valiente. Se llamaba Diego Alatriste y Tenorio, y había luchado como soldado de los tercios viejos en las guerras de Flandes”. Así definía por primera vez Arturo Pérez-Reverte a su famoso personaje, que regresa para vivir nuevas aventuras en París, con nuevos adversarios, aunque con los amigos de siempre.
El nuevo libro del escritor español se llama “Misión en París” (Alfaguara) y fue presentado en Madrid, concretamente en el reformado Hotel Palace, donde Pérez Reverte estuvo divertido y ocurrente, como siempre, emocionado por hablar sobre uno de los personajes más leídos de la literatura iberoamericana.
Alatriste es un hombre delgado, fuerte, de mirada impasible y fría, que infunde respeto en todos los terrenos y plagado de cicatrices que permanecen como el mejor testimonio de sus innumerables batallas. Lleva un gran bigote y destaca la forma de capa, pero sobre todo la espada toledana y la daga vizcaína, se han convertido en extensiones de su cuerpo, pocas veces complementadas con el impacto de un pistoletazo.

Esta vez reaparece en la capital de Francia, a orillas del río Sena, en una peripecia digna de Dumas, donde se encontrará con Spínola, el cardenal Richelieu y nada menos que con los Tres Mosqueteros (Athos, Aramis y Porthos, más un intrépido y D’Artagnan), con los que mantendrá un dulce pulso entre el filo y la garla.
“Misión en París” se erige así en un regreso con tono y acentos de libro inaugural, en el que reaparecen viejos amigos, como Íñigo Balboa, que ya viene muy fogueado, el escritor Francisco de Quevedo o Sebastián Copons.
“Los lectores me habían pedido el regreso de Alatriste, me habían presionado mucho”, dijo socarrón el nativo de Cartagena, Murcia, al hablar de la octava entrega de la serie del famoso capitán.
Contó que mientras daba un paseo para dirigirse al Palace la gente que le veía y le preguntaba: “Don Arturo, ¿qué tal Alatriste?”. Para el escritor en esa pregunta “de gente que nunca leerá Alatriste pero sabe quién es” está el verdadero éxito de una saga que desde su arranque hace casi 30 años ha vendido siete millones de ejemplares y ha sido traducida a más de 40 idiomas.

Con los mosqueteros de Dumas
Contó que tenía pendiente realizar la fantasía de ubicar a su personaje en el París de Los tres mosqueteros, la historia de Dumas que marcó su vida.
“Vi que coincidían las fechas. Era un desafío conseguir que no saliera un pastiche, lo cual ofrecía problemas técnicos. ¿Son amigos o enemigos? ¿Combaten juntos contra algo? No sería creíble. Así que los mosqueteros pasan por allí. Creo que ha quedado bien, estoy muy contento. Ha sido una novela muy divertida de escribir”.
Reconoció que fue muy difícil volver a escribir de Alatriste. “Para mí ha sido un trabajo difícil volver a él. Entré con miedo, porque Alatriste es un tono, es un lenguaje. Debe tener el aroma del siglo XVII, pero debe funcionar para el lector actual. Me releí sus libros y otros para refrescar. Ha sido una labor complicada”.
“Yo he envejecido. La vida me ha provocado estragos físicos e intelectuales, y Alatriste está contaminado de todos esos estragos. Es más amargo, tiene más remordimientos, ha envejecido, aunque solo haya pasado un año desde la última aventura, pero, digamos, su corazón ha ido más deprisa. Aquí he introducido el remordimiento. Alatriste es un héroe oscuro, que guarda cosas oscuras en la memoria. Los fantasmas le hacen compañía. Igual que yo, cuando fui reportero”.
A Pérez Reverte se le nota la emoción cuando se alarga en hablar del capitán. “Alatriste se beneficia de mis propios remordimientos. Este es un personaje poco recomendable. Hay que recordar que es violento, que mata a sueldo y que es un asesino, aunque luego tenga lealtad, honor y sea leal a un rey en el que no cree. Piensa que España se va al diablo con él. Alatriste ha perdido las grandes palabras. Por eso necesita aferrarse a unos códigos éticos que se ha creado para no dejarse llevar por el turbión de la vida”.
Sin embargo, aseguró que el personaje y sus libros ha sido acogidos con rechazo por los dos extremos ideológicos que tensan la vida pública española. La izquierda porque sospecha de las batallitas y conquistas de la España hegemónica, de los tercios, la Inquisición. Y la derecha porque no le perdona que en sus novelas no se omita la parte oscura de todo aquello, acusándole de revivir la leyenda negra.

“El franquismo se apropia de los mitos históricos españoles, y la democracia, en vez de limpiar lo que estaba contaminado por el franquismo, comete el error de arrinconarlo. Sucede lo mismo con la palabra España, a la que la izquierda ha renunciado por sus propios errores y su propia estupidez. Todo eso me confirma que era necesario contar aquella historia sin complejos. He querido que Alatriste sea un símbolo de todos, porque tiene lo mejor y lo peor de nosotros. Un hombre cínico, desesperanzado, pero fiel a España porque esa es su manera de entender la vida. Escribiendo Alatriste me reconcilio con España y me digo que tan poco está tan mal ser español”.
Tras aclarar que desconoce el futuro, porque “el mundo actual es muy confuso. Antes había intelectuales y tenías que ganarte el derecho a opinar. Ahora esa figura ha muerto. El intelectual europeo ha muerto. Ahora cualquier youtuber es un intérprete del mundo. Por eso el receptor queda indefenso ante tantos mensajes. Alatriste ayuda a entender mejor las ideas que se lanzan y que pueda filtrar. Alatriste ayuda a tener herramientas más afinadas”.
Eso sí, Pérez Reverte adelantó que espera escribir una novena entrega de Alatriste “si vivo lo suficiente”. A punto de cumplir los 74 “no sé cuántos años y cuantas novelas me quedan, así que tengo que elegir muy bien lo que escribo”.
jk