n la Ciudad de México es habitual convivir con personas de múltiples orígenes educativos, raciales e ideológicos. Algunas políticas públicas apoyan la diversidad en temas como la equidad de género o el matrimonio homosexual, pero éstas han influido poco en una sociedad donde la discriminación es evidente: actitudes de desprecio y el trato desigual hacia quien tiene diferente aspecto o condición económica.
Bajo esta premisa, Rosa María Ramírez de Garay, psicóloga, maestra en psicoanálisis y alumna de doctorado de la Facultad de Psicología de la UNAM, ha desarrollado un proyecto para narrar, en tres cortometrajes, un día en la vida de una mujer, un hombre indígena y una persona homosexual, represetantes de grupos sociales que padecen los más altos índices de discriminación en nuestra urbe.
Con este proyecto ganó uno de los 10 apoyos internacionales del Concurso sobre Diversidad, organizado por la iniciativa Impacto Académico de las Naciones Unidas (UNAI, por sus siglas en inglés), la Fundación UNHate y la empresa United Colors of Benetton.
El certamen estuvo dirigido a jóvenes de 18 a 30 años, provenientes de todo el mundo, que tuvieran propuestas contra la intolerancia.
“Obtuve uno de los premios, que consiste en un estímulo económico para financiar el proyecto, que iniciaré con ayuda de Ulises Vidal, ex alumno de la carrera de comunicación”, explicó.
La idea de la universitaria es utilizar en cada cortometraje una “cámara subjetiva” que ofrezca al espectador el punto de vista del protagonista (la mujer, el indígena y el o la homosexual), así como las experiencias de discriminación que padece en su vida cotidiana.
Cada material tendrá una duración de cinco minutos para mostrar miradas y actitudes despectivas o agresivas hacia ellos.
“Me interesa que los cortos pongan al espectador en los zapatos de personas discriminadas, que muestren el efecto de las palabras, las acciones y las miradas (de desprecio o extrañeza) hacia su persona. En especial, quiero mostrar la discriminación más sutil, que no parece evidente, pero que está ahí”, añadió.
Además de los cortometrajes, pretende medir el impacto social que produzcan en quienes los vean.
“Pensamos crear unas cabinas portátiles que se instalarán en plazas públicas y parques, donde las personas puedan ver alguno de los cortometrajes. Al salir de la proyección les daremos información sobre el tema de la discriminación y la intolerancia, la dirección de una página web (por crearse) para que vean los demás, y una encuesta para medir el impacto social de este trabajo”.
Además de este proyecto, la universitaria colabora en la FP en el grupo Psicoanálisis Extramuros, donde evalúa el impacto de la violencia en adolescentes. “Me interesan los temas en donde el psicoanálisis y la comunicación salen de las aulas y toman las calles”, finalizó.