En los últimos años, la ciudad de Puebla ha experimentado un proceso de transformación urbana que ha cambiado significativamente el rostro de varias de sus colonias tradicionales. Este fenómeno, conocido como gentrificación, ha generado un debate entre el desarrollo económico y la preservación del tejido social de la zona.
Este fenómeno, aunque global, tiene particularidades muy concretas en nuestro país. Tan solo en la Ciudad de México, barrios enteros como la colonia Roma, Condesa o Juárez han vivido una transformación radical en los últimos 20 años.

Lo que antes eran zonas con alta diversidad social y cultural, hoy son escaparates de una clase media alta globalizada. Abundan cafeterías de especialidad y departamentos con rentas dolarizadas, que ocupan los espacios donde antes vivían familias enteras por generaciones.
Este fenómeno no se limita a la Ciudad de México. Se extiende como una ola por el resto del país y Puebla, por ejemplo, vive su propia versión de esta transformación en barrios emblemáticos como El Alto, Analco y La Luz, zonas fundacionales de la ciudad que han sido declaradas recientemente como Barrios Mágicos.
De acuerdo con Octavio Flores Hidalgo, catedrático de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Popular Estado de Puebla (Upaep) y coordinador de la línea de Urbanismo y Bien Común, la gentrificación es un proceso de transformación urbana en el que, mediante la renovación de espacios, se expulsa gradualmente a los habitantes originales —en su mayoría de bajos ingresos— para dar paso a nuevos asentamientos con mayor poder adquisitivo.
"Es el uso del espacio expulsando a quienes lo habitan, aún si es su hogar", detalló el académico, quien advirtió que este fenómeno está cada vez más influenciado por dinámicas globales, como la llegada de nómadas digitales que encuentran en ciudades como Puebla una alternativa económica viable para vivir y trabajar a distancia.
Abundó que uno de los casos más representativos de este fenómeno es el barrio de San Francisco, ubicado en el corazón del Centro Histórico, una zona con un marcado carácter popular y una fuerte identidad barrial, el cual ha sido objeto de una intensa intervención urbana en los últimos años.
“Hemos vivido procesos de gentrificación antes, pero ahora toman fuerza bajo otras lógicas globales. El problema no es solo económico, sino cultural y social. La ciudad pierde su identidad cuando se convierte en escenario para otros, sin integrar a quienes la habitan", señaló el especialista.
Comentó que la rehabilitación de espacios públicos, la apertura de comercios, así como la llegada de proyectos inmobiliarios dirigidos a sectores con mayor poder adquisitivo, han transformado por completo la esencia del barrio.
Dijo que el caso de San Francisco se ha convertido en un ejemplo clave para analizar las implicaciones de la gentrificación en una ciudad patrimonial como Puebla, donde el equilibrio entre la modernización y la inclusión social sigue siendo un desafío pendiente
Flores Hidalgo señaló que frente a este panorama los habitantes buscan alternativas: “Existen modelos donde los desarrolladores se asocian con los habitantes del barrio. Si tú tienes una carnicería, una alfarería, un espacio propio, el desarrollador puede ofrecerte mejoras a cambio de asociarse contigo, no de despojarte. Así se evita que los proyectos se conviertan en escenografías vacías”, comentó.
La resistencia
Frente a esta realidad, el especialista y habitantes proponen modelos de desarrollo integradores, donde el habitante original no sea desplazado, sino considerado como parte activa del proyecto.
El académico de Upaep advirtió que la gentrificación sin planeación incluyente puede tener efectos sociales negativos a largo plazo, por lo que lo ideal sería un modelo de renovación que respete a los residentes originales.
Por ello es que se necesitan acciones concretas como: invertir en infraestructura básica, accesibilidad para adultos mayores, transporte público, espacios culturales accesibles, centros artesanales y modelos económicos que integren a los habitantes actuales. Es decir, crear ciudades para quienes ya las habitan, no solo para quienes pueden pagarlas.
“Hay ejemplos donde el dueño del predio es invitado como socio: se construyen viviendas nuevas, pero se le respeta su espacio y su actividad comercial. Él gana, el desarrollador gana, y el barrio mantiene su identidad”, explica Flores Hidalgo catedrático de la Upaep.
Irving Martínez, vecino y guía turístico del Barrio del Alto expuso que aunque no ha habido un desalojo masivo, los efectos del desplazamiento indirecto son cada vez más visibles.
Comentó que uno de los proyectos más controversiales en Puebla fue el llamado Proyecto San Francisco, que transformó el entorno del Barrio del Alto y que para muchos, esta intervención fue una forma de despojo.
“Ya hemos vivido esa expulsión, en 2019 nos prometieron que El Alto se convertiría en una especie de Condesa. Vinieron inversionistas, compraron casas, desalojaron familias y ahora esas casas están vacías (...) Queremos que el nombramiento de Barrio Mágico sea una oportunidad para todos, no solo para las grandes empresas. Hay que generar proyectos, donde los vecinos también participen, donde podamos abrir nuestras cafeterías, talleres, espacios culturales. No queremos ser desplazados”, afirmó.
Comentó que uno de los ejemplos que los vecinos ven con esperanza es el de asociaciones donde los dueños del predio se convierten en socios del proyecto inmobiliario, conservando su espacio y participando en la ganancia.
"Por eso mismo nosotros estamos tratando de llevar el estandarte de llevar el Barrio Mágico, para que no lleguen estos grados inversionista y decirnos qué es lo que se tiene que hacer, sino nosotros digamos que se tiene que hacer en estas calles, cómo es que va a funcionar el barrio para darle vida", expresó.
Barrios Mágicos en Puebla
En 2024, con el objetivo de diversificar la oferta turística del estado y fortalecer el desarrollo económico de comunidades tradicionales, el gobierno estatal de Puebla, en coordinación con la Secretaría de Turismo federal, puso en marcha el proyecto Barrios Mágicos.
Este proyecto tenía como finalidad reconocer y promover barrios con alto valor cultural, histórico y gastronómico dentro de las ciudades, destacando su identidad y fomentando el turismo de proximidad. En el caso de Puebla capital, está: Analco, Xanenetla, El Alto, Los Sapos y La Luz.
No obstante, el académico de Upaep señala la necesidad de garantizar que el proyecto no provoque procesos de gentrificación que desplacen a los habitantes originales y que los recursos se apliquen de manera transparente y con visión a largo plazo.
Sin embargo, pese a los esfuerzos anunciados por las autoridades para reactivar los Barrios Mágicos en Puebla, los habitantes de las mencionadas zonas señalan que aún no han visto mejoras reales en sus comunidades, ya que no hay inversión visible en infraestructura, promoción turística o actividades culturales que realmente beneficien a la comunidad.
Ante esta situación, los ciudadanos esperan que las autoridades retomen el compromiso de reactivar los Barrios Mágicos y que esta vez se traduzca en acciones tangibles.
Finalmente, el especialista y los habitantes coincidieron en que el reto de Puebla es claro: si se quiere rescatar y mostrar al mundo la belleza de sus Barrios Mágicos, se debe empezar por proteger a quienes los hacen mágicos todos los días, es decir, a sus habitantes.
AAC