La Lupe, la verdadera reina de la salsa

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Grupo editorial diverso que abarca diferentes temas y formatos. La calidad periodística y la diversidad de contenidos son aspectos que definen a las editoriales de Milenio.

EL ÁNGEL EXTERMINADOR

Mario V. Solorio


Sobre La Lupe son muchos los que la describen como poseedora de una voz potente, retadora, y de una personalidad extrovertida al grado de estremecer y acaso inhibir. Un timbre de voz peculiar con un brillo inusual y un estilo oscilante entre la vieja escuela y un modo atrevido y propositivo. Exploró lo afrocubano pasando por las bombas, la guaracha, el bolero, el son e incluso el rock.

Nació en un barrio pobre de Santiago de Cuba, el 23 de diciembre de 1936 como Guadalupe Victoria Yoli Raymond. Tras el divorcio de sus padres, Tirso Yoli y Paula Reina, sufrió el despiadado maltrato de su madrastra.

A mediados de los 50 ganó un concurso radiofónico para aficionados por cantar parecido a Olga Guillot. Su padre, un obrero de Bacardí, aceptó su vocación con la condición de que estudiara en la normal de maestros de La Habana. Se graduó, se casó con el músico Eulogio Yoyo Reyes, con quien también se inició profesionalmente.

Inspirada por la Guillot, Celia Cruz, Lola Flores y Edith Piaf, junto con su esposo formaron el trío Los Tropicuba. Yoyo la habría contagiado de la irreverencia y el atrevimiento escénicos. También le era infiel y le propinaba golpizas, a causa de las cuales perdió dos bebés.

Fuera y dentro del escenario se desdoblaba en dos personalidades opuestas: una extrovertida casi hasta la locura, y otra, dulce, cariñosa e incluso tierna. Tras su divorcio, debutó como solista y con ello surgió la leyenda y el personaje definitivo con su exclamación-alarido-grito acompañado jalones de cabello, tocamientos del busto, zapatillas lanzadas al aire, ruidos guturales, movimientos corporales espontáneos e improvisaciones al cantar. Los músicos que la acompañaban enloquecían por no poderle seguir el ritmo vertiginoso que exigía al interpretar en tono de sol temas como “Ódiame”.

Entre sus admiradores se contaron: Ernest Hemingway, Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir, Tennessee Williams y Picasso. Al grito de “ay yi yi yi” o “ahí namá”, su estilo ofendió a La Revolución, y debió salir de Cuba en 1962, vino a México y luego fue a Estados Unidos. En Nueva York, de la mano de Mongo Santamaría, grabó un disco que la puso en el ojo del huracán y la acercó con Tito Puente, a cuya orquesta se integró. Algunos la describieron como la suma de Janis Joplin, Aretha Frankiln, Edith Piaf y toque de locura. Se casó por segunda vez, nació su primer hijo y fue la época en que compró la mansión que había pertenecido a Rodolfo Valentino.

Se presentó en los principales talk shows y en los clubes más célebres: Birdland, Carnegie Hall y Madison Square Garden. Su versión de Qué te pedí se convirtió en su canción emblema. Su disco Tito Puente swings, The exciting Lupe sings superó las 500 mil copias vendidas. Con Tito Puente grabó cuatro discos. Cuando Tico Records fue adquirida por Fania, que tenía como estrella de su elenco a Celia Cruz, inició el declive. Todo indicaba que Celia era prioridad. Comenzó la etapa de las adicciones a las drogas y al alcohol. Se volvió santera en 1969. Al final de sus presentaciones requería de oxígeno. Se creía que, en ocasiones, era poseída en el escenario, de ahí sus movimientos extraños mientras cantaba.

Debido a que su esposo William fue diagnosticado de esquizofrenia y hospitalizado, La Lupe gastó toda su fortuna para salvarlo. Quedó endeudada y el banco le embargó todo. En 1972, sin éxito, quiso revivir su carrera al protagonizar el musical Dos caballeros de Verona, al lado del actor Raúl Julia. También grabó el disco Un encuentro con La Lupe y, a fines de la década, La pareja, en su reencuentro con Tito Puente. La suerte le dio la espalda, y se jubiló de los escenarios en los años 80.

Durante la segunda mitad de los 80 se hizo evangélica. Grabó discos con música religiosa. El último se llamó La samaritana. A fines de febrero de 1992 sufrió un infarto fulminante. Tenía 56 años al morir.

Discografía selecta

Con el diablo en el cuerpo, 1960.

Mongo introduce La Lupe, 1964.

Homenaje a Rafael Hernández, 1966.

The king and I, 1967.

Un encuentro con La Lupe, 1974.

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